jueves, 19 de julio de 2007

inco mil años de huracanes

Cinco mil años de huracanes


¿Tiene que ver el cambio climático?

Gracias a unas muestras de suelo de la laguna de Playa Grande en Puerto Rico, científicos estadounidenses poseen elementos para comprender los últimos 5 mil años de huracanes en el Océano Atlántico. Las muestras sugieren que las recientes tormentas devastadoras no están necesariamente relacionadas con el calentamiento global.

Franziska Badenschier

A primera vista, las muestras recolectadas por el geofísico Jeffrey Donnelly en la laguna de Playa Grande en Puerto Rico no parecen algo excitante. Las muestras tubulares tendidas en su laboratorio de Woods Hole, en Massachusetts, parecen poco más que arcilla húmeda y negra. Pero mirando más de cerca se pueden ver las capas grises y porosas de pequeños granos; es arena proveniente de tierras cercanas que fueron barridas por poderosos huracanes. Al examinar las capas en cada uno de los 12 tubos, éstos se convierten en una extensa línea del tiempo climático. Juntos, representan la más larga cronología de actividad de huracanes que exista actualmente en el mundo.

Las muestras le han permitido contemplar más de 5 mil años del pasado de nuestro planeta. Y lo que encontró tal vez tenga profundas implicancias para la comprensión de los efectos del calentamiento global en las tormentas violentas. Se alternan las épocas tormentosas con otras más plácidas.

Donnelly y su colega Johnathan Woodruff dicen que los huracanes golpearon regularmente las lagunas entre 5.450 y 3.650 años atrás. Ese período de intensa actividad fue sólo brevemente interrumpido por un respiro de 150 años. Luego hubo sólo unos pocos huracanes hasta más o menos 2.550 años atrás, cuando comenzó un intervalo caracterizado por un número relativamente alto de casos fuertes, continuando hasta la siguiente fase, que comenzó hace unos 1.050 años. Pero durante los últimos 300 años, la laguna ha sido expuesta nuevamente a un número más alto de violentos huracanes, del mismo modo en que las desagradables tormentas también se han estado multiplicando en otras partes.

¿Responsabilidad humana?

El incremento de los huracanes de categoría cuatro y cinco -lo más fuerte que una tormenta pueda llegar a ser- ha sido difícil de ignorar en años recientes. Han dejado una estela de muerte, destrucción y miles de millones de dólares en daños a su paso. ¿Se puede culpar al calentamiento global por el aparente incremento de los huracanes violentos? De acuerdo con esta hipótesis, el cambio climático aumenta la temperatura de la superficie de los océanos, lo que alimenta la transformación de débiles vientos en poderosos huracanes. Investigadores informaron el verano pasado que los seres humanos, en virtud de las emisiones de carbono que llevan al calentamiento global, comparten al menos la mitad de la responsabilidad por el récord de 2005.

La temperatura de la superficie de los océanos está aumentando, contó Donnelly. "Pero eso sólo favorece el desarrollo de los huracanes", dice. No se trata, en otras palabras, de toda la historia detrás de los muchos huracanes en años recientes. "Sucede que vivimos en una fase activa", dice con sequedad el geólogo, mientras las tormentas tropicales más recientes a lo largo de la costa este de Estados Unidos se repiten en la pantalla de tamaño escritorio de su computador. Son naturales, agrega.

Los científicos han estado observando la temperatura superficial de los océanos sólo desde los años 60, señala Donnelly. "Eso es un período demasiado breve y poco fiable para revelar tendencias en la actividad de fuertes tormentas tropicales. El análisis de las muestras de suelo tal vez resulte ser más confiable.

Donnelly también cree conocer la razón de por qué la intensidad de los huracanes varió tanto en los últimos 5 mil años. Cambios en el monzón de África occidental -un proceso de circulación de aire que sucede en una vasta área- y en El Niño son la razón, dice. Este fenómeno climático es resultado de un incremento en la temperatura del Océano Pacífico cada tres a ocho años. Las corrientes cálidas resultantes causan caóticos vientos encima, resultando en sequía y severas tormentas alrededor del mundo.

En períodos durante los cuales El Niño sucede con más frecuencia, el número de huracanes cae dramáticamente, explica Donnelly. ¿La razón? El fenómeno climático causa que las masas de aire sobre el océano se dispersen en distintas direcciones. Se separan en vez de juntar fuerzas para crear una tormenta y el pavoroso embudo colapsa. Los datos de Puerto Rico muestran también otra cosa, según Donnelly: "Cuando El Niño declina, los huracanes regresan". Eso parece suceder actualmente.

Los meteorólogos han advertido recientemente que este año los Estados Unidos enfrentan una temporada activa de huracanes. La National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) ha matizado esta alerta pero los expertos climáticos estadounidenses siguen suponiendo que hay un 75 por ciento de posibilidades de una temporada por encima del promedio. El Niño sólo desarrolló una intesidad que varía de débil a mediana en el Pacífico tropical los meses de diciembre y enero pasados, de modo que la actividad de huracanes en el Atlántico norte se está incrementando, según los meteorólogos. Se prevén tormentas más poderosas y deslizamientos de terreno. De hecho, la primera tormenta tropical del año fue inusualmente precoz.

El calentamiento global parece tener un efecto sobre El Niño también. Pero la pregunta es qué tipo de efecto. "Después de todo no sabemos si el cambio climático traerá más fenómenos de El Niño o más huracanes" dice Donnelly. El científico agrega que predecir cambios en la intensidad de los huracanes requiere un examen más cercano y una mejor comprensión de El Niño, así como de los efectos de calentamiento global en el monzón de África occidental.

©Der Spiegel

The New York Times Syndicate

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Rodrigo González Fernádez
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