jueves, 1 de abril de 2010

Hongos salvadores, facilitan la creación de composta

Hongos salvadores, facilitan la creación de composta

 GENERAN rápida degradación de los poliuretanos (plásticos).
 
31 Marzo 2010
 

Un grupo de científicos encabezados por Geoff Robson, de la Universidad de Manchester, desarrollan estudios que podrían dar solución a una de las problemáticas ambientalistas que afronta la humanidad tras encontrar que cierta clase de hongos ayudan a la rápida degradación de los poliuretanos (plásticos).

En la actualidad, las personas usan muchos productos que son elaborados con base en poliuretanos, como plásticos, espumas, pinturas, zapatos, accesorios y electrodomésticos, que a la larga se convierten en basura que tarda demasiado tiempo en su degradación.
Con las investigaciones sobre los efectos de ciertos hongos en esta sustancia se podría acelerar los tiempos de degradación para que se transformen en composta en beneficio del medio ambiente.

"Esto es un descubrimiento muy significativo", comentó Robson. "Los poliuretanos son usados para la elaboración de muchos, muchos productos que pueden acumularse con mucha velocidad en espacios y terminar muy rápido con los espacios destinados para la acumulación de basura. Esto podría ayudar para mejorar el medio ambiente a la larga."

Los estudios ahora se enfocan en que el efecto de los hongos sobre el poliuretano, un derivado del petróleo, no termine afectando los procesos de compostaje y el ambiente que los rodea.

Una de las técnicas que se investigan sería rociar el hongo en grandes cantidades de productos de poliuretano en basureros para su pronta degradación y luego poder reciclar los residuos en otras áreas para el beneficio de los espacios para la preservación de ese ambiente.
El poliuretano es una sustancia que se comenzó a producir a mediados del siglo pasado y actualmente se producen más de siete toneladas anuales para satisfacer las necesidades de las personas.

Muchos de los productos que se realizan ahora son los principales contaminantes de ciudades, ríos y mares y su lenta descomposición es un reto de la humanidad en un futuro cercano con la rápida acumulación de estos productos y su nada fácil manera de reciclarlos para su reutilización y así disminuir su impacto en el ambiente.

"Los hongos tienen una enorme capacidad de ayudar en los procesos de descomposición de planta s y animales muertos, convirtiéndose en una pieza importante en el ciclo del desarrollo del ambiente. Este estudio está demostrando que cierta clase de hongos también tienen la capacidad de poder degradar los productos hechos por el hombre con base en el poliuretano", comentó Robson.

En México, científicos también han enfocado esfuerzos para buscar formas más rápidas en su degradación y a finales de 2009 se citaron trabajos en los que se había descubierto una clase de bacteria en el bordo Xochiaca (uno de los principales basureros de la zona Metropolitana) que tiene un efecto que acelera la descomposición de productos de plástico.

Este material se ha convertido en algo indispensable en la vida cotidiana y hay cálculos en páginas de internet como www.contaminacionmundial.wordpress.com/tag/plástico/ que muestran que desde hace tres décadas se han venido acumulando más de mil millones de objetos de plástico que no se han podido degradar, impactando esto en los ecosistemas porque hay objetos que pueden tener una durabilidad de hasta 500 años.

De desarrollarse esta técnica de descomposición, la composta que resulte de este proceso podría ayudar como fertilizantes y productos que ayuden al desarrollo de ciertos cultivos por la riquieza de nitrógeno y carbono que contiene.

Excelsior; Nacional p18.
Puede leer la nota completa dando Click sobre la imagen para ampliar


hongos

FUENTE:
Saludos,
 
RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
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Una Revisión de la Década de los Negocios Verdes

Una Revisión de la Década de los Negocios Verdes

El enverdecimiento de los negocios convencionales ha continuado a ritmo acelerado desde que el reloj marcó el año 2000

31 Marzo 2010

Por: Joel Makower

De acuerdo, lo admito. El titular hace que nos preguntemos cómo puede ser posible. Me resulta difícil hacer justicia a los últimos 10 años de actividades comerciales verdes por lo menos en las siguientes 1500 palabras.

Pero al examinar, como quiera que se llame la década, por el espejo retrovisor es tentador evaluar lo que ha sucedido desde los buenos viejos días del año 2000 para ver hasta donde hemos llegado y hasta donde no.

Hagamos eso entonces.

Primero, las buenas noticias. El enverdecimiento de los negocios convencionales ha continuado a ritmo acelerado desde que el reloj marcó el año 2000, creciendo cada vez más rápidamente a medida que la década fue avanzando, aún en medio de una Gran Recesión.

La idea de empresas verdes parece haberse extendido al próximo circulo concéntrico, más allá de las empresas leales, las centradas en valores y la nueva línea de grandes empresas líderes, a una tercera línea de empresas que nunca antes se habían interesado en el calentamiento global o en otros asuntos ambientales. Hoy en día, resulta difícil encontrar una empresa de tamaño considerable que no esté de alguna manera sosteniendo sus promesas con hechos. Tratar de ser visto como verde es hoy en día la regla más que la excepción.

Las exigencias son cada vez mayores también: Lo que hace 10 años era novedoso – empresas y productos de carbón neutral, fábricas sin residuos, química verde, análisis del ciclo vital, edificios ecológicos – hoy es algo convencional, o por lo menos garantizan la respuesta ¿y qué? cuando lo esgrimen las empresas. Las cosas que antes eran noticia – o, al menos, un buen material promocional – son actualmente cosa de todos los días.

Y cada año trae aparejado una sucesión de momentos para ver a quien agradecemos y culpamos: Minoristas grandes y malos que se comprometen a enverdecer su cadenas de distribución, grandes y malas empresas automotrices que se comprometen a transformar sus productos y procesos de fabricación, grandes y malos fabricantes de productos envasados que lanzan líneas de productos ecológicos, grandes y malos fabricantes de computadoras que de manera drástica mejoran la eficiencia energética y la capacidad de reciclado, grandes y malas cadenas de procesamiento de alimentos y de comidas rápidas que se comprometen a un abastecimiento sustentable, grandes y malas empresas de servicios públicos que se comprometen a la eficiencia energética y energías renovables, y muchas otras empresas – grandes, malas y de naturaleza diferente – que anuncian objetivos, asociaciones o logros que no hubieran parecido posibles hace no tanto tiempo.

Ahora la gran mala noticia: La mayoría de las empresas se dedica a las actividades comerciales verdes sólo de manera superficial, dedicando tan solo una pequeña porción de sus operaciones e impactos. Sólo muy pocas han echado una mirada integral a lo que hacen desde una perspectiva ambientalista, ni hablar de tomar compromisos decididos y audaces para reducir el impacto que ocasionan o para transformar sus productos y procesos para abrazar una nueva ética verde. Si bien son cada vez más las empresas que participan, los esfuerzos colectivos no alcanzan a marcar una diferencia.

De modo que, si bien hay mucho para celebrar en los comienzos de una nueva década, hay una sensación extraña que gran parte de esto equivale a una falsa sensación de esperanza que todas estas buenas noticias sea pocas y lleguen demasiado tarde. Aunque tal vez no.

En este contexto decididamente indeciso, he aquí tres razones por las que me siento desanimado, y tres razones por las que tengo grandes esperanzas por la década que viene.

1. No estamos moviendo la aguja. Como dije anteriormente, la suma total de toda esta actividad comercial verde no ha cambiado mucho las cosas. La mayoría de los indicadores globales sobre medio ambiente siguen apuntando en la dirección equivocada. Y donde los avances son evidentes, no están teniendo lugar en la dimensión y a la velocidad necesaria para hacer frente a los desafíos del clima, el agua, la calidad del aire, la toxicidad, la seguridad alimentaria, la biodiversidad y el uso de la tierra, entre otros. Aún en las economías desarrolladas como los Estados Unidos y Europa, los principales indicadores del progreso – por ejemplo, la cantidad de energía y de agua consumidas o los residuos y la contaminación ambiental emitida por unidad de producto bruto interno – sólo ha mejorado ligeramente. En las economías en vías de desarrollo en rápido crecimiento – China, India, el Sudeste Asiático, América Latina, y otras – la historia, en términos de consumo y tendencias de emisiones, es aterradora.

2. El publico todavía no lo entiende. Hay poca sentido de urgencia, y por buena razones: La mayoría de los habitantes del planeta están focalizados como un laser en pasar el día alimentar y dar albergue a sus familias, estar vivos y sanos, encontrar trabajo, mantener las dignidades humanas básicas y tienen poco tiempo o interés en proteger el bien común. Mientras tanto, los "ricos" se centran en gran medida en conservar lo que han acumulado, si no en aumentarlo, y por lo general no se los puede molestar con el bien común. La mayoría de las personas no comprenden muy bien la repercusión ambiental que tienen sus vidas, se conforman con hacer unos pocos, sencillos y en gran medida simbólicos cambios en sus hábitos de compra o personales.

Como resultado, la presión del consumidor sobre las empresas para que transformen sus productos y procesos es relativamente débil. Sí, hay un marco cada vez mayor de ciudadanos preocupados por el clima y por otros males del planeta, y una nueva generación que ingresa al mercado con una ética más verde, pero su poder de lograr cambios hasta la fecha no ha tenido demasiado impacto.

3. Hay poco sentido de urgencia: En las generaciones pasadas, la gente salía a las calles para protestar contra la injusticia generalizada y las desigualdades y, en el proceso, ayudó a lograr cambios arrolladores, desde los EEUU hasta la URSS. Estas masas contaron con el apoyo de líderes políticos y empresarios que vieron una gran oportunidad en los cambios drásticos, tanto para sí mismos como para la sociedad en general.

Pues entonces, ¿dónde están las masas marchando por las calles para exigir medidas contra el cambio climático en nombre de las generaciones futuras? ¿Dónde está la indignación por la falta de acción en cuestiones energéticas y climáticas posiblemente uno de los temas más importantes de derechos civiles y humanos que hemos tenido que enfrentar? ¿Dónde está la corriente de boicots de los consumidores y las medidas por parte de los accionistas obligando a las empresas a responder? ¿Dónde están los políticos gastando su capital político luchando contra los obstáculos para una económica verde? ¿Por qué las amenazas contra nuestra seguridad la seguridad alimentaria, la seguridad habitacional, la seguridad del agua, la seguridad nacional – no fomentan numerosos proyectos verdes como el Manhattan y el Apollo? Si, existen ejemplos alentadores de todas estas cosas, pero están sucediendo demasiado lentamente y no parecen estar causando demasiados avances.

Ya basta de malas noticias. En medio de todo esto, me siento alentado, entusiasmado inclusive, a cerca de hacia dónde van los negocios.

1. La innovación verde está en auge. Hay una revolución que está teniendo lugar y que incluso mucho de sus participantes no pueden ver. Se trata de la confluencia de la energía, la información, la construcción, y las tecnologías automotrices, y la promesa de una abundancia de nuevos productos y servicios impresionantes.

Algunos de estos se verán en esta década con la aparición de la llamada red inteligente en la que todo, desde electrodomésticos a automóviles, está conectado a través de dos vías, conexiones siempre encendidas, permitiendo no sólo un mejor manejo de los recursos energéticos, sino un conjunto de nuevas capacidades que mejoran la vida de las personas y reducen sus impactos.

Estas cosas tal vez no son comercializadas abiertamente como "verdes", pero al igual que el iPod y el iTunes, han transformado nuestra forma de vivir, de trabajar, de conducir y de jugar de formas que todavía no podemos imaginar, al mismo tiempo que reducen la necesidad de materiales y de energía.

Todo esto ayudará a transformar de qué manera las empresas piensan sobre lo que hacen, conduciendo, entre otras cosas, a sistemas de circuito cerrado de comercio. Y no se trata solamente de tecnología. Las innovaciones en la producción de alimentos, la fabricación de prendas de vestir y de calzados, y muchos otros procesos industriales y materias primas están avanzando más rápidamente de lo que muchos se dan cuenta.


2. Las empresas se están reinventado.
En gran medida como resultado de estas innovaciones, las empresas seguirán cruzando líneas sectoriales y embarcándose en nuevas líneas de negocios. Escribí en 2006 acerca de las "nuevas empresas de energía", empresas de la vieja línea como fabricantes de productos químicos, automóviles, empresas de TI, y de procesamiento de alimentos que se vieron involucradas en el negocio de la energía. Esta tendencia se ha acelerado al ir tomando forma la convergencia tecnológica antes mencionada. Lo mismo sucedió con la construcción ecológica: una nueva ola empresas de la vieja línea (como Firestone y Sanyo) están ahora también en ese sector. Cada uno de estos protagonistas aporta renovada energía e impulso al sector de los negocios verdes. Mientras tanto, las empresas en etapas iniciales salen del laboratorio y despegan, fortalecidas por flujos de capital que, si bien se han desacelerado recientemente, están empezando a recuperarse. Lentamente pero con seguridad, algunos de estos innovadores se hacen públicos o son devorados por peces más gordos, ampliando sus capacidades y alcance.


3. La sustentabilidad se está convirtiendo en algo más que tan sólo el medio ambiente:
Esto debió haber ocurrido hace tiempo. Una de las tendencias más frustrantes de la última década es el confundir "verde" con "sustentabilidad". Esto último, por supuesto, significa mucho más que responsabilidad ambiental, aunque no es posible saberlo si se escucha a la mayoría de los especialistas de marketing corporativos y a las empresas de relaciones públicas, que tratan a los dos términos como uno e iguales. Pero esto está cambiando.

El aspecto social de la sustentabilidad un amplio grupo de temas que incluye las condiciones de trabajo, los impactos en la comunidad, los derechos humanos, la seguridad de los productos, el acceso a la educación y a la salud, mayores oportunidades para todos, y más está comenzando a ser considerada por algunas grandes empresas. Surge, por supuesto, en informes de "responsabilidad" corporativa pero también en el diseño y la entrega de productos y servicios para los pobres, tanto en los países desarrollados como en vías de desarrollo.

Se muestra a través del interés de la empresas por la obesidad, la seguridad de los productos, el acceso al agua potable, y en decenas de otras cosas. Algunas de las empresas involucradas fueron arrastradas a estas cuestiones por activistas, pero es así como muchos de los lideres ambientalistas de hoy han nacido – empresas como Nike, McDonald´s, Starbucks, Home Depot y otras. Sin duda, el aspecto social de la sustentabilidad se encuentra en sus etapas iniciales, pero las tendencias son alentadoras.

Al final del día, ¿Cómo encontrarle sentido a todo esto? No me atrevería a decirlo. Hay demasiados incognoscibles que podrían ayudar o dificultar el cambio para alcanzar empresas y economías más verdes: los caprichos de la economía mundial, los rápidos avances tecnológicos, los cambios políticos drásticos, los impactos emergentes cada vez más rápidos del cambio climático, los precios vertiginosos del petróleo, los desastres naturales, los movimientos populistas, y muchos otros.

Hay una cosa que es cierta sobre la década de negocios ecológicos que tenemos por delante: Será al menos tan interesante como la que acaba de pasar. Si eso es bueno

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Sustentabilidad, un compromiso global

Sustentabilidad, un compromiso global

31 Marzo 2010

Aunque existen voces desde el mundo académico y científico que aseguran que las manifestaciones recientes de clima no se deben exclusivamente al efecto invernadero provocado por las actividades productivas modernas, sino a procesos periódicos de cambio climático que se han registrado a lo largo de la vida del planeta, la sociedad actual ha asumido la responsabilidad ante dichos fenómenos. He aquí un recuento del dinamismo que el tema ha despertado en el mundo inmobiliario.

La idea de la sustentabilidad del desarrollo: "Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades" (informe Bruntland 1987), es un concepto que ha permeado la mayoría de los ámbitos del quehacer humano, y de manera puntual, nuestra actividad en cualquier papel que juguemos en el mundo del desarrollo inmobiliario, desde promotores hasta consumidores, tanto como simples habitantes de las urbes en donde se manifiestan sus impactos positivos y negativos de la forma más cruda, aunque con repercusiones en toda actividad humana.

Desde principios de la década de 1970 la comunidad mundial ha lanzado iniciativas tendientes a conservar el medio ambiente para el adecuado desarrollo de la humanidad. En 1972 se organizó en Estocolmo la primera "Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano", que tuvo como resultado la creación del "Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente" (PNUMA).

En 1976 tuvo lugar en Vancouver la Conferencia de la ONU sobre los Asentamientos Humanos "Habitat", que fue la primera en enfocarse en la importancia del orden en el desarrollo de las actividades del crecimiento urbano y su impacto en los recursos naturales. En México tuvo como consecuencia la creación de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Publicas, que fue el primer intento, desde la administración pública, de coordinar las actividades que dan forma a las ciudades en nuestro país.

En 1992 la "Cumbre de la Tierra" en Rio de Janeiro, en donde además de establecer el programa de acción para el siglo XXI (Agenda 21), se asentaron los principios para la disminución de los gases con efecto invernadero que se formaliza con la firma del "Protocolo de Tokio" en 1997, además aclara el concepto de desarrollo sustentable: "Para alcanzar el desarrollo sustentable, la protección del medio ambiente debe ser parte del proceso de desarrollo y no debe ser considerado por separado".

La ciudad de Chengdu en China, en el año 2000, lleva a cabo la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente, en 2002 la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable, y así hasta Diciembre de 2009, cuando se lleva a cabo en Copenague la Conferencia Sobre el Cambio Climático, en donde desafortunadamente no se lograron los acuerdos esperados sobre la reducción de gases con efecto invernadero, y culminó con la renuncia reciente del comisionado de las Naciones Unidas para el Marco de la Convención sobre el Cambio Climático.

Si bien el impacto de estas iniciativas se ha visto diluido por la burocracia administrativa, o los disímbolos intereses de los países mayormente responsables de la generación de gases con efecto invernadero, la conciencia de la situación ha permeado para generar respuestas aceptables para el electorado y generar acciones que tienden a reducir el impacto del desarrollo en el medio ambiente.

En los Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo, el Presidente Obama etiquetó los fondos de ayuda para la recuperación financiera de su país a la utilización en proyectos y obras con un contenido de sustentabilidad. De igual forma se ha evaluado un tercio de los edificios propiedad del U.S. General Admistration diseñados bajo estándares de eficiencia energética, habiendo encontrado que los edificios con mejor desempeño ya cumplen con los requerimientos para el 2015 en cuanto a la reducción del consumo de agua y energía, y que tienen una huella de carbón menor que el promedio de los edificios comerciales de los E.U.A.

En México no son pocos los casos de entidades tanto del sector público como privado con objetivos de mejoramiento del ambiente, aunque conocidos por ustedes citaré solo algunos: Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica, La Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía, el Instituto Nacional de Ecología, la Asociación Nacional de Energía Solar, el Instituto de Ingeniería de la UNAM, el Organismo Nacional de Normalización y Certificación de la Construcción y Edificación, el Instituto Mexicano del Edificio Inteligente, etcétera. Quiero hacer mención especial -a reserva de analizar sus programas en una colaboración posterior-, a aquellos que, a mi juicio, su incidencia en nuestro ámbito del desarrollo inmobiliario se percibe más palpable o esperada, y es ó será más tangible su participación en la conservación del medio ambiente mediante acciones puntuales, y sobre todo operables directamente por los desarrolladores inmobiliarios. Me refiero al Infonavit, por sus Hipotecas Verdes; a la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal, por su Programa de Certificación de Edificios Sustentables; y a la Sociedad Hipotecaria Nacional, por su programa de Desarrollo Urbano Integral Sustentable, los que aunque en ciernes parecen plantear una plataforma para llevar a cabo acciones particulares tendientes a reducir la huella de las construcciones en el medio ambiente.

Habida cuenta del valor de estas iniciativas, los particulares hemos dado pasos desde hace más de quince años en el sentido de plantearnos esquemas de adopción y ejecución voluntaria que nos permitan cumplir con las premisas del desarrollo sustentable enunciadas al inicio de este artículo, manifestando de esta manera la responsabilidad y el compromiso social de nuestra actividad económica. Me refiero a los sistemas de evaluación de la reducción del impacto en el medio ambiente que se han desarrollado en Europa, Asia, y América del Norte, y que tienden a adoptarse por el desarrollo inmobiliario organizado, independientemente de su ubicación geográfica.

A reserva de analizarlos en entregas posteriores, mencionaré ahora a los más difundidos y de más amplia aceptación. En Inglaterra se desarrolló desde hace casi 20 años el BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Method), cuya aplicación se difundió en Europa y que hoy en día se analiza la posibilidad de fusionarlo con el HQE (Haute Qualité Environnementale) Francés, con el objeto de crear el HEQS (High Environmental Quality Standard) para la comunidad europea. En Japón desde hace 10 años inició la sistematización de los estándares para la evaluación de la sustentabilidad de las edificaciones y hoy en día se aplica el CASBEE (Comprehensive Assessment System for Building Environmental Efficiency). En Norteamérica se ha desarrollado a partir de mediados de los 90's el LEED (Leadership in Environmental Energy Design), el cual se aplica profusamente en los EUA y Canadá con algunas diferencias que reflejan la madurez de sus sistemas normativos. Este sistema se ha difundido profusamente en los países en que la actividad inmobiliaria forma parte importante y estructurada de su desarrollo económico. México fue el primer país en tener edificios certificados bajo este sistema en Latinoamérica: El Centro Internacional de Negocios en el Estado de Chihuahua, y el edificio Sede del Hong Kong Shanghai Banking Corporation (HSBC) en la Ciudad de México. Este último es el primer edificio con certificación LEED Oro en América Latina, y tiene varios edificios registrados ante el USGBC (United States Green Building Council) en proceso de evaluación para su Certificación. Hoy en día Brasil cuenta con un edificio con Certificación Oro, y 140 en proceso. Si bien requiere de perfeccionar el diseño del sistema en tanto su aplicación en la diferentes regiones en que se ha adoptado, LEED es utilizado en el Medio Oriente y tiene una profusa difusión en Asia. China tiene el número más grande de profesionales acreditados LEED fuera de los EUA.

Aún cuando los sistemas tienen su propia personalidad en tanto que unos tienen un sesgo Académico y otros tienen una visión Corporativa, todos tienen el objetivo común de reducir la huella medioambiental de las construcciones mediante el establecimiento de niveles de eficiencia en el diseño, construcción, operación y mantenimiento de los edificios, lo que se califica mediante el cumplimiento de créditos en aspectos como su emplazamiento, afectación de las condiciones naturales, uso y tratamiento del agua, reducción del consumo de energía, control de los procesos de construcción, reutilización y reciclaje de los materiales, y bienestar de los ocupantes.

Lo más importante es que adicionalmente al valor de estas iniciativas para la conservación del medio ambiente, existen componentes que las vuelven económicamente viables para los resultados de los negocios inmobiliarios, siempre que sean planteadas como premisas de diseño desde el inicio de los proyectos, y soportados por las tecnologías de producción de proyectos estrechamente vinculados a los procesos de construcción y de análisis de los aspectos del medio ambiente. Aún cuando no existe experiencia local suficiente respecto a los costos de construcción, los datos internacionales nos permiten aseverar que estos son ampliamente compensados por los beneficios directos en los ahorros de energía, agua, y el aumento en la productividad de los empleados, más los beneficios que representarán la disminución en el impuesto predial, la agilización de los trámites para la construcción, las reducciones en pagos de derechos y servicios, y la aportación directa para obras de infraestructura que ofrecen los programas gubernamentales citados en párrafos anteriores.

Ciertamente estos aspectos hacen mayor sentido cuando los observamos en periodos largos de recuperación de las inversiones, como puede ser el caso de edificios patrimoniales en donde los propietarios podrán capitalizar los beneficios por varios años, sin embargo nuestro pulso del mercado nos indica que la certificación genera beneficios intangibles, pero ciertos desde el momento en que los edificios entran en el mercado de la oferta, y estos beneficios los podemos observar en forma de mayor demanda para renta por parte de inquilinos potenciales sofisticados, como corporaciones internacionales de ramas modernas que conscientemente buscan que sus actividades en todas sus manifestaciones tengan un bajo impacto en el medio ambiente y que consideran a su personal como su activo más valioso, y adicionalmente a los beneficios que logran por el incremento en la productividad buscan su legítimo bienestar y desarrollo en las mejores condiciones de su ambiente laboral

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FORD: La firma anunció que lanzará un modelo Lincoln impulsado por gasolina y electricidad en 2011

Ford y Microsoft en alianza eléctrica

31 Marzo 2010

Ford y Microsoft, en alianza 'eléctrica'

La firma anunció que lanzará un modelo Lincoln impulsado por gasolina y electricidad en 2011; Ford agregó que hará una alianza con Microsoft para optimizar el consumo de energía en sus modelos.

Ford Motor anunció que ampliará su presencia en el mercado de los autos híbridos de lujo con un sedán de su marca Lincoln, que será la versión impulsada por gasolina y electricidad de su modelo 2011.

La automotriz dijo que su híbrido Lincoln MKZ (que fue presentado este miércoles en la Feria Internacional Automovilística de Nueva York) saldrá al mercado y será el sedán de lujo de consumo más eficiente en la ciudad, con 17.4 kilómetros por litro.

Lexus, Cadillac y Mercedes Benz ofrecen híbridos de lujo, aunque las ventas de ese sector han sido modestas.

El híbrido más vendido de Lexus, el RX 450h, alcanzó el año pasado 14,464 unidades vendidas, una contracción del 5% frente al año anterior. En comparación, las ventas del modelo regular RX 350 aumentaron un 11% a más de 93,000, según la firma de mercadeo AutoData Corp.

La analista Rebecca Lindland, de la firma IHS Global Insight, dijo que la venta de híbridos suma menos del 3% del mercado, mientras que los vehículos de lujo comprenden el 12%.

"Aspiran a un nicho del mercado muy, muy limitado", dijo la analistas.

Microsoft y Ford se hibridizan

Ford Motor y Microsoft anunciaron este miércoles que harán equipo para alentar el uso de lo automóviles eléctricos, informó el Wall Street Journal en su sitio de Internet.

La automotriz planea usar el servicio de optimizador de carga Hohm de Microsoft para ayudar a los conductores a decidir el tiempo ideal de recarga de sus vehículos y encontrar la mejor manera para minimizar el impacto en el sistema de carga de rejillas.

Hohm es un programa que ayuda a las personas a monitorear desde su computadora el consumo de energía eléctrica y de gas en sus hogares.

"Para Ford es una necesidad dar un paso adelante en el desarrollo de la infraestructura que haga a los autos eléctricos viables" dijo el CEO Alan Mulally en una conferencia del MarketWatch en San Francisco, Estados Unidos.

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