lunes, 1 de octubre de 2007

BSERVATORIO MEDIOAMBIENTAL

OBSERVATORIO MEDIOAMBIENTAL

Chile y el cambio climático

LA INTERVENCIÓN de la Presidenta Michelle Bachelet en la Asamblea General de la ONU ha dejado ver una acertada visión sobre los desafíos que demanda el cambio climático global. Es decir, con quince años de retraso, dado que la Convención fue firmada en 1992, y el Protocolo de Kioto, en 1997. Aun así, en su discurso, la Mandataria destacó la expectativa de que los países del primer mundo asuman mayores compromisos de mitigación, adaptación, transferencia tecnológica y financiamiento, pero entendiendo que "es necesario que los países en desarrollo emprendan acciones adicionales de reducción de emisiones, en el marco de un esfuerzo global". Una muestra de coherencia debería llevar a realizar una tarea pendiente: Chile aún no cuenta con una estrategia nacional de mitigación y adaptación al cambio climático para afrontar los impactos proyectados sobre la sociedad y los ecosistemas.

El país es sensible al cambio climático según los criterios de la convención. Tiene zonas costeras bajas; ecosistemas de montaña; territorios áridos y semiáridos expuestos a la sequía y la desertificación; porciones proclives al deterioro forestal; áreas propensas a desastres naturales; y otras con una alta contaminación atmosférica. El estudio de variabilidad climática encargado por la Conama a la Universidad de Chile proyecta alzas de temperaturas entre 2 y 4 grados durante este siglo, además de la drástica reducción de las precipitaciones y pérdida acelerada de glaciares. Esto conlleva un desafío de adaptación para el agro, las urbes, el borde costero y la gestión hídrica en cada región.

Lamentablemente, el Gobierno está obligado a esmerarse el doble -o el triple- debido a que las pasadas gestiones de la Concertación perdieron tiempo valioso. Hoy, es preciso formular urgentes políticas de adaptación para la eficiencia en el riego agrícola; la regulación del uso de agua en la minería (pasar del relave a pasta); el imperativo de concretar la Estrategia Nacional de Cuencas y la protección del borde costero, y la necesidad de poner urgencia al proyecto de ley de protección de glaciares, hoy estancado en el Congreso, porque estas reservas de agua están amenazadas por emprendimientos productivos -mineros- que dejan polvo sobre el hielo, lo que acelera su derretimiento, o ejecutan tronaduras.

En materia de mitigación, urge incorporar 10% de energías renovables para 2020 y alcanzar el objetivo de 15% de eficiencia y ahorro energéticos; retomar la prioridad de la Estrategia de Biodiversidad y proteger los bosques presentes en el territorio, porque éstos son importantes receptáculos de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Responder a estos temas pendientes es la condición para que nuestro país demuestre consistencia y liderazgo en el debate sobre el cambio climático. Así lo ha entendido en México el Presidente Felipe Calderón, cuyo gobierno ha aplicado notables programas de reducción de emisiones de dióxido de carbono y protección del agua; y en Alemania, donde la Canciller Angela Merkel busca alcanzar la meta de 20% de energías limpias en la UE. Es la oportunidad de encabezar una posición sudamericana progresista en la materia.

Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
www..Consultajuridicachile.blogspot.com
www.lobbyingchile.blogspot.com
www.el-observatorio-politico.blogspot.com
Renato Sánchez 3586
telefono: 5839786
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LIBERTAD DIGITAL: Greenpeace y el cambio climático

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Protocolo de Kioto

Greenpeace y el cambio climático

Les guste o no a los del lobby del arco iris, lo cierto es que Estados Unidos, con un modelo alejado a Kioto y al racionamiento, lleva ya muchos años conteniendo las emisiones de CO2 mucho más que la Unión Europea.
Gabriel Calzada

La cumbre del clima organizada por la Casa Blanca no le ha sentado nada bien a Greenpeace. La organización radical ha tildado la reunión de "charada". Vamos, que ha debido ser bastante buena para el medio ambiente y las personas y mala para los objetivos del lobby ecolojeta.

En un tragicómico comunicado, la organización rojiverde asegura que el mensaje principal de Bush es que "basta con cruzar los dedos y esperar que la tecnología nos salve". Lo cierto es que esta gente no entiende lo que no le apetece entender. La clave no es esperar una tecnología que caiga del cielo sino comprender que los sistemas de racionamiento como el que propone Greenpeace y la ONU, es decir, Kioto, han demostrado ser a lo largo de los años terriblemente desincentivadores del progreso tecnológico. Por desgracia, nuestro país tiene una larga experiencia en la aplicación de sistemas de racionamiento desarrollados en el marco del sistema económico franquista de la postguerra y parece mentira que nuestros políticos nos hayan vuelto a imponer este tipo de medidas.

Para los ecologistas, el objetivo no parece ser evitar un posible calentamiento que pudiera ser peligroso para el hombre sino imponer precisamente esas políticas de racionamiento. En esta línea, Greenpeace ha declarado que "necesitamos reducciones obligatorias de emisiones y las necesitamos ya", así como que los mandatarios internacionales "deben dejar claro que Kioto es el único camino". Más claro no se puede decir: lo importante es el método obligatorio ultraintervencionista y no los resultados. Este empeño por utilizar medidas contrarias al mercado libre y al capitalismo es sintomático del espectro ideológico en el que se mueve la organización.

Pero les guste o no a los del lobby del arco iris, lo cierto es que Estados Unidos, con un modelo alejado a Kioto y al racionamiento, lleva ya muchos años conteniendo las emisiones de CO2 mucho más que la Unión Europea. Así que si piensan que Kioto es el único camino deberían explicarnos qué objetivo es el que persiguen realmente. La respuesta nos la ha dado ya el mismo representante de Greenpeace que presentó el comunicado de la organización. Según Daniel Mittler, "necesitamos una revolución de energía limpia en los países en desarrollo y Kioto es el camino para lograrla". Ahora todo cuadra mejor. La cuestión es acabar con el sistema de generación energético actual, que es uno de los pilares fundamentales del desarrollo capitalista, porque, no nos engañemos, el fin del modelo de libre mercado es lo que mueve a estos activistas.

Mittler también criticó la importancia que la Casa Blanca y algunos países como Australia le dan al cuidado e incremento de los bosques. Según el portavoz ecologista, "la aparente preocupación de Bush por la protección de los bosques es de risa, mientras no acepte que esto también debería tratarse dentro de Kioto". Pero lo que en realidad da risa es que Greenpeace y la Unión Europea lleven años oponiéndose a que sumideros de CO2 como los bosques (o los filtros) no puedan descontar todo el CO2 que atrapen.

Por si acaso el distorsionado mensaje tecnicista no termina de llegar a todos los públicos, la organización ecologista vuelve a darnos una lección de catastrofismo al indicar que "el tiempo se le acaba a este presidente, y a este planeta". Las medidas de urgencia siempre han sido enemigas de libertades individuales y Greenpeace parece tener muy claro cómo usar esta herramienta intervencionista.

Gabriel Calzada Álvarez es representante del CNE para España y presidente de Instituto Juan de Mariana
Saludos
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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