lunes, 2 de noviembre de 2009

en tokio ta tenemos casas muy eficientes

  • Por favor, pasen al salón, pónganse cómodos, vamos a echar un vistazo a la casa más eficiente, la casa sin emisiones de CO2.
 

Los invitados llegan por una calle iluminada por farolas de consumo cero: éstas integran una placa solar y un minigenerador eólico que las mantienen en marcha. Al entrar al salón, los sensores de movimiento captan la presencia de los visitantes. Las bombillas LED, que gastan 10 veces menos que las convencionales, se encienden ante su presencia.

El sistema de climatización, accionado por los sensores, también se ajusta por sí solo al nivel de mayor confort y menor gasto. Son ejemplos llamativos de domótica aplicada, pero estos automatismos no son lo más importante. El verdadero corazón de la casa verde se desvela al encender la pantalla plana. Es una televisión, pero también el centro de control del edificio, que permite conocer su metabolismo. Cuántos aparatos, luces o sistemas de climatización están en marcha, cuánto gastan y cuántas emisiones de CO2 equivalentes están generando. Y también qué cantidad de energía se está produciendo. Porque las placas fotovoltaicas del techo y la pila de combustible del patio generan energía. Y una batería de ion litio almacena la que sobra. Es la misma que usa el coche eléctrico del garaje. La pantalla muestra el balance entre gasto y consumo. La intención es que sea cero.


 

 

Paneles solares en el techo de la casa Eco Ideas House Panasonic.

Paneles solares en el techo de la casa Eco Ideas House Panasonic.

Los invitados llegan por una calle iluminada por farolas de consumo cero: éstas integran una placa solar y un minigenerador eólico que las mantienen en marcha. Al entrar al salón, los sensores de movimiento captan la presencia de los visitantes. Las bombillas LED, que gastan 10 veces menos que las convencionales, se encienden ante su presencia.

El sistema de climatización, accionado por los sensores, también se ajusta por sí solo al nivel de mayor confort y menor gasto. Son ejemplos llamativos de domótica aplicada, pero estos automatismos no son lo más importante. El verdadero corazón de la casa verde se desvela al encender la pantalla plana. Es una televisión, pero también el centro de control del edificio, que permite conocer su metabolismo. Cuántos aparatos, luces o sistemas de climatización están en marcha, cuánto gastan y cuántas emisiones de CO2 equivalentes están generando. Y también qué cantidad de energía se está produciendo. Porque las placas fotovoltaicas del techo y la pila de combustible del patio generan energía. Y una batería de ion litio almacena la que sobra. Es la misma que usa el coche eléctrico del garaje. La pantalla muestra el balance entre gasto y consumo. La intención es que sea cero.

Casa piloto en Tokio

¿Ciencia ficción? No. La casa se puede visitar en el Centro Panasonic de Tokio. Inaugurada en abril de este año, ha sido una de las atracciones de la feria de tecnología Ceatec, recién celebrada en la capital japonesa. Entre el refulgente despliegue de nuevos productos de centenares de empresas destacaba el stand de Panasonic. En él, la estrella era la televisión doméstica en tres dimensiones, que pronto llegará a los mercados. Pero lo verde era la otra apuesta expositiva de la compañía. Su iniciativa Eco Ideas, lanzada en 2007, pretende implementar la producción de aparatos eficientes y aplicar las políticas de ahorro al propio sistema de fabricación.

La Eco Ideas House exhibe los avances logrados en el campo del ahorro y la generación de energía limpia. Las lavadoras y los frigoríficos consumen hasta un 40% menos que los modelos de hace dos años. Un nuevo panel aislante evita hasta un 50% las fugas de calor. Respecto a la generación de energía, la pila de combustible, que quema gas ciudad para producir a la vez calor de calefacción y electricidad, logra un 70% más de aprovechamiento del recurso y está a punto de ponerse a la venta en Japón.

La batería acumuladora de ion litio ya está en el mercado: es la que equipa el motor eléctrico del Toyota Prius, la constructora de automóviles con la que está asociada la marca electrónica. Y los paneles solares son de tecnología propia. De hecho, la compañía cree que su división energética será el 10% de su volumen de negocio en breve plazo.

En Europa, Panasonic es conocida como fabricante electrónico, pero en Japón trabaja muchas otras ramas, incluso la construcción. Sin embargo, sus ejecutivos no dicen si llegarán a ofrecer la casa como un producto completo al consumidor. Pero sí afirman que casi todos los elementos que en ella se muestran están a la venta o lo estarán pronto.

No es extraño que la apuesta por la eficiencia llegue desde Japón, un país de poco territorio, con mucha población y un desarrollo urbano e industrial superlativo que lo convierten en un ejemplo de los retos del futuro, un campo de pruebas para el desafío de gestionar la escasez de recursos y el cambio climático. De hecho, el recién elegido Gobierno nipón ha dado un paso en ese frente al comprometerse a reducir un 25% sus emisiones para el año 2020.

También los líderes empresariales caminan hacia lo verde. Fumio Ohtsubo, presidente de Panasonic, afirma: «Una nueva percepción de valores se está extendiendo por todo el mundo. Cuando la economía se recupere [de esta crisis], creo que los mercados mundiales y el tipo de productos y servicios demandados por los consumidores serán muy diferentes y estarán marcados por las preocupaciones ambientales».

Pedro Cáceres | Tokio
FUENTE:  Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias
 
 
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Las 5 tecnologías que el planeta necesita

Las 5 tecnologías que el planeta necesita

 

Es un gran reto: en las próximas décadas, el mundo deberá resolver su dependencia de los combustibles fósiles y reducir de modo drástico su emisión de gases de efecto invernadero. La tecnología actual sólo ayudará hasta cierto punto; se necesitan mayores innovaciones. Pero, ¿en qué podrían consistir esas innovaciones? A continuación, cinco tecnologías que, de tener éxito, podrían cambiar de manera radical el panorama de la energía en el mundo.

http://www.ecoticias.com/userfiles/extra/thumbs/306_MJAM_huertos_solares.jpgPresentan grandes oportunidades. La capacidad de generar energía desde el espacio, por ejemplo, podría dar pie a nuevas industrias. La tecnología que atrapa y almacena dióxido de carbono de plantas que funcionan a carbón podría rejuvenecer fábricas más viejas.

El éxito no está asegurado. La tecnología presenta obstáculos de ingeniería difíciles, y algunas requieren grandes avances científicos en materiales creados en laboratorio o en plantas genéticamente modificadas. Y las innovaciones tienen que tener un costo que no encarezca mucho la energía. Si se puede conseguir todo eso, cualquiera de estas tecnologías podría cambiar las reglas del juego.

Energía solar proveniente del espacio

Por más de tres décadas, visionarios han fantaseado con aprovechar la energía solar donde el sol siempre brilla, en el espacio. Si pudiéramos colocar paneles solares gigantes en órbita alrededor de la Tierra y canalizar siquiera una pequeña parte de la energía disponible a la superficie, se podría dirigir electricidad constante a cualquier punto del planeta.

Puede que la tecnología suene a ciencia ficción, pero es sencilla: los paneles solares en órbita a unos 35.400 kilómetros envían energía en forma de microondas a la tierra, donde es convertida en electricidad y vertida a la red de suministro. Una estación terrestre de recepción de 1,6 kilómetros de diámetro podría suministrar unos 1.000 megavatios, energía suficiente para un millón de hogares estadounidenses en promedio.

El costo de enviar colectores solares al espacio es el mayor obstáculo, así que es necesario diseñar un sistema lo suficientemente ligero para requerir sólo unos pocos lanzamientos. Un puñado de países y compañías quiere proveer electricidad proveniente del espacio dentro de una década.

Baterías de auto avanzadas

Electrificar los vehículos podría reducir el uso de petróleo y ayudar a limpiar el aire (si se favorece la energía eléctrica proveniente de fuentes bajas en dióxido de carbono, como el viento o la energía nuclear). Pero se van a necesitar mejores baterías.

Las baterías de ion de litio, comunes en las laptops, son las favoritas para uso en híbridos y vehículos eléctricos. Son más potentes que otras baterías de auto, pero son caras y todavía no duran mucho. Lo ideal sería que los autos eléctricos pudieran conseguir 644 kilómetros cargando la batería una vez. Aunque es posible realizar mejoras, el potencial del ion de litio es limitado.

Otra opción, el litio-aire, promete rendir 10 veces más que las pilas de ion de litio, y podría generar casi la misma cantidad de energía que la gasolina. Una batería de litio-aire usa el oxígeno del aire para cargarse, así que el aparato puede ser más pequeño y ligero. Un puñado de laboratorios está trabajando en la tecnología, pero científicos creen que sin una gran innovación, podría tomar una década en comercializarse.

Almacenamiento en redes

Todo el mundo alienta las energías eólica y solar. ¿Cómo no? Pero el viento y el sol son recursos que hay que utilizar inmediatamente o se pierden. Para cambiar esa situación, se necesita mejor tecnología de almacenamiento.

Los científicos están atacando el problema desde distintos ángulos, pero todos siguen presentando problemas. Uno, por ejemplo, usa la energía del viento para comprimir aire en cámaras subterráneas; el aire luego es utilizado por turbinas a gas para que estas funcionen de modo más eficiente. Uno de los obstáculos es encontrar cavernas subterráneas grandes y utilizables.

De manera similar, las baterías gigantes pueden absorber energía eólica para uso posterior, pero algunas tecnologías existentes son caras, y otras no son muy eficientes. Aunque investigadores buscan nuevos materiales para mejorar el rendimiento, no se esperan grandes mejoras tecnológicas.

La tecnología de ion de litio puede ser la más prometedora en cuanto a almacenaje en una red, donde no tiene tantas limitaciones como en los autos. A medida que mejora el desempeño y los precios bajan, las compañías de servicios públicos podrían distribuir baterías de ion de litio pequeñas y potentes alrededor de la red, más cerca de los consumidores. Allí, podrían almacenar energía que sobre proveniente de fuentes renovables y ayudar a compensar las pequeñas fluctuaciones energéticas, lo que aumentaría la eficiencia de la red eléctrica y reduciría la necesidad de utilizar energía proveniente de plantas que usan combustibles fósiles. Así, las empresas de distribución eléctrica pueden sacarle partido a los avances en baterías de auto.

Captura y almacenamiento de carbono

Mantener el carbón como una fuente abundante de energía significa reducir la cantidad de dióxido de carbono que produce. Eso podría requerir plantas energéticas nuevas y más eficientes. Pero atrapar el CO2 de las plantas existentes —unos 2.000 millones de toneladas anuales— podría ser lo que realmente cambie las reglas del juego.

Las técnicas para una captura modesta de CO2 existen, pero aplicarlas a grandes plantas energéticas reduciría su producción en un tercio y duplicaría el costo. Así que los científicos están buscando tecnologías experimentales que reduzcan las emisiones en un 90% al tiempo que limiten los aumentos de costos.

Casi todas están en su fase inicial, y es muy pronto para determinar qué método ganará. Una técnica prometedora quema carbón y oxígeno purificado en forma de óxido de metal, en lugar de aire, lo que produce un CO2 más fácil de capturar y no resta mucha eficiencia a la planta. La tecnología ha sido probada en programas piloto de baja escala y será probada en una planta modelo de un megavatio este año. Pero no estaría lista para uso comercial hasta 2020.

Biocombustibles de próxima generación

Una forma de reducir la dependencia del crudo es conseguir fuentes renovables de combustible de transporte. Eso implica una nueva generación de biocombustibles de cultivos no alimentarios.

Los investigadores están desarrollando métodos para convertir los desechos provenientes de madera, cultivos, basura y materias degradables como paja en carburantes baratos. Pero el biocombustible de próxima generación más prometedor proviene de las algas.

Las algas crecen rápido, consumen dióxido de carbono y generan unos 19.000 litros de biocombustible por 0,4 hectáreas, frente a 1.325 litros de etanol por 0,4 hectáreas de maíz. El combustible proveniente de algas puede añadirse directamente a los sistemas de refinería y distribución existentes.

Decenas de compañías tienen proyectos piloto de producción a pequeña escala. Pero producir biocombustible de algas en grandes cantidades implica hallar fuentes confiables de agua y nutrientes baratos, gestionar los patógenos que podrían reducir el rendimiento y desarrollar y cultivar las cepas de algas más productivas.

FUENTE:

Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencia

 


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La AIE informa que las temperaturas medias subirán más de dos grados por la concentración de CO2

La AIE informa que las temperaturas medias subirán más de dos grados por la concentración de CO2
  • El organismo aboga por las energías renovables y la nuclear para amortiguar el cambio climático.
Enviado por: ECOticias.com / Red / Agencias, 02/11/2009, 11:53 h | (23) veces leída
 

Nuevo mensaje de advertencia sobre las consecuencias del cambio climático. Lo novedoso en esta ocasión es que la fuente es la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que indica que si la concentración de CO2 atmosférico rebasa el umbral de las 450 partes por millón y, en consecuencia, las temperaturas medias del planeta suben más de dos grados, la situación se asemejaría "al fin del mundo". Para frenar esta amenaza, la AIE apuesta por las energías renovables y la nuclear.

La comunidad internacional debe alcanzar un acuerdo en la cumbre de diciembre en Copenhague, afirmó esta semana el economista jefe de la AIE, Fatih Birol, de visita en España para intervenir en unas jornadas sobre energía y cambio climático. Aunque será difícil, la alternativa es mucho peor desde el punto de vista ambiental y económico, agregó. Cada año que se retrase la firma de un compromiso de reducción de emisiones de CO2 que reemplace al Protocolo de Kioto sumará un coste adicional de 500 millones de dólares, aseguró Birol.

Como responsable de dos terceras partes de las emisiones de gases de efecto invernadero, Birol admitió que el sector energético debe estar en el centro de las estrategias internacionales contra el cambio climático. La respuesta a corto y medio plazo está en las energías renovables y la nuclear, las únicas que no emiten CO2, así como en la cogeneración asociada a tecnologías de captura y almacenamiento del dióxido de carbono, defendió el economista jefe de la AIE. Son necesarias grandes inversiones en ambos campos y políticas para hacerlas competitivas y rentables, reconoció.

Birol destacó que el actual modelo energético, basado aún en la quema de combustibles fósiles, sigue una "trayectoria equivocada". Se necesita una "verdadera revolución" e inversiones en energías limpias en todo el mundo por valor de 3.500 millones de dólares al año hasta 2030 para limitar la escalada de las emisiones hasta las 450 partes por millón. De lo contrario, las temperaturas podrían subir en algunas regiones del planeta hasta seis grados con consecuencias catastróficas para todos, alertó.

El responsable de la AIE dijo entender los "reparos" que mantienen países como España hacia la energía nuclear. A este respecto, Birol respondió que se trata de una energía con alta garantía en el suministro porque las reservas de uranio están repartidas en muchos países, a diferencia del gas, y sin emisiones de CO2. "La energía nuclear es algo muy valioso en la lucha contra el cambio climático y no podemos permitirnos prescindir de ninguna de las fuentes de energía libres de carbono", explicó. Varios países como Suecia, Italia, Bélgica, e incluso Alemania, han dado marcha atrás o reconsideran ahora su decisión de abandonar la energía atómica.

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Una semana para discutir sobre qué hay que discutir

Una semana para discutir sobre qué hay que discutir

  • La reunión sobre clima en Barcelona deberá "consolidar los textos de negociación" para Copenhague

Miniaturas para representar a los desplazados por el cambio climático.
MARÍA GARCÍA DE LA FUENTE - MADRID - 02/11/2009 08:00

Antes de ponerse a negociar hay que ordenar los papeles y saber qué es lo importante, qué es lo urgente y qué entrará en el orden del día. Eso es lo primero que van a tener que hacer los delegados de los 192 países que esta semana se reunirán en Barcelona, en el último encuentro técnico formal para preparar la Cumbre del Clima, que en diciembre se celebrará en Copenhague.

Anteriormente, los delegados se habían reunido, a principios de mes, en Bangkok, y de allí los negociadores del próximo y esperado Protocolo de Copenhague salieron con multitud de non-papers, es decir, "documentos que no están lo suficientemente maduros para constituir una base para la negociación", explicó la secretaria de Estado de Cambio Climático, Teresa Ribera, antes de acudir a la reunión de Barcelona.

Debe concretarse el coste de reducir emisiones y cómo se va a financiar

Así, antes del próximo viernes los delegados deberán "limpiar y consolidar los textos de negociación", ya que en estos momentos quedan muchos flecos por concretar en aspectos como la transferencia de tecnología a países en vías de desarrollo, los mercados de carbono y su implantación más allá de la UE, cómo se va a financiar, los criterios para el reparto, cuánto costará la adaptación y mitigación del calentamiento y cómo serán las inversiones para evitar la deforestación en los países con selvas tropicales.

En definitiva, los negociadores tendrán que "identificar los elementos fundamentales que serán el núcleo de cada uno de los bloques de negociación", porque de lo contrario se corre el riesgo de dispersar demasiado los debates en diciembre.

De Copenhague tendrá que salir un Protocolo que establezca las cuotas de emisiones por países o grupos de países para 2013-2020 y, por el momento, sólo la UE ha presentado su propuesta acordada por todos los Estados: reducir un 20% sus gases en 2020, y podría llegar al 30% si el resto de países con obligaciones dan pasos en la misma dirección.

El ministro de Medio Ambiente de Brasil, Carlos Minc, lanzó la semana pasada la propuesta de reducir el 40% en sus emisiones de gases contaminantes para 2020, aunque no está aprobado formalmente. EEUU, Japón, Rusia, Canadá, Australia o Nueva Zelanda, que en Kioto tuvieron cuotas de emisiones, no se han pronunciado oficialmente sobre las cuantías que estarían dispuestos a asumir ni sobre la financiación que pretenden aportar a los países en vías de desarrollo o en transferencia de tecnología.

Se reúnen 192 países, pero sólo la UE lleva una propuesta aprobada

Antes de la reunión de Copenhague, que comenzará el próximo 7 de diciembre, se han convocado dos reuniones informales, una organizada por la presidencia danesa de la cumbre y otra por EEUU, en las que se espera mayor concreción.

"Somos optimistas sobre las posibilidades de éxito en Copenhague, pero queda trabajo y ahora hay poca claridad sobre lo que debe reflejar", comenta Ribera.

De hecho, no todo quedará atado en la cumbre danesa, advierte, y durante el semestre de presidencia española se concretarán más aspectos de cómo se implementará el Protocolo de Copenhague, como por ejemplo, cómo va a contabilizarse la reducción de emisiones en la aviación y el sector marítimo o cómo se verificarán las emisiones reducidas por deforestación evitada.

Un equilibrio difícil de alcanzar es cómo realizar una contabilidad transparente de las emisiones de los países en desarrollo que reciben ayudas por reducirlas, y al mismo tiempo no injerir en su soberanía.

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Estocolmo, ciudad ecológica 2010

Estocolmo, ciudad ecológica 2010

 

 

Su infraestructura inteligente, que contribuye a reducir las emisiones contaminantes, le ha valido a Estocolmo el título de ciudad ecológica: otorgado por la Comisión Europea y a ser portado durante todo 2010.

 

Hammarby Sjöstad es uno de los barrios modelo de la capital sueca. Con motivo de la candidatura de Estocolmo a los Juegos Olímpicos de verano 2004, esta zona de la ciudad se reconstruyó por completo, siguiendo el declarado objetivo de mejorar en un 50% los estándares ecológicos reinantes. Para las olimpiadas no bastó -éstas le fueron concedidas a Atenas- pero sí para hacerse con el oro europeo en protección del medio ambiente. Hoy, Hammarby Sjöstad atrae a personas de todo el mundo que buscan inspiración ecológica.

 

Dióxido de carbono bajo mínimos

 

De polígono industrial a barrio residencial.Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift:  De polígono industrial a barrio residencial.Mientras que en Estados Unidos o en Australia se genera al año una media de 20 toneladas de dióxido de carbono por persona, cada ciudadano de Estocolmo produce en el mismo periodo de tiempo sólo cuatro, cuenta Stellan Fryxell, uno de los arquitectos que ha hecho de Hammarby Sjöstad un ejemplo de conciencia medioambiental. Aquí, los habitantes emiten anualmente entre 2,5 y 3 toneladas de gases contaminantes.

 

"¿El secreto de nuestro éxito?", parafrasea Fryxell, y no puede evitar que se le escape una sonrisa mientras responde a la pregunta que más se le formula: "¿Contamos con casas capaces de producir energía por sí solas? No. En este campo, los alemanes son mucho mejores. En Suecia hace demasiado frío. Teníamos que encontrar otra solución. Nuestro secreto es la infraestructura."

 

Antes un polígono industrial de incierto futuro, hoy una atractiva zona residencial: Hammarby Sjöstad ofrece vistas a instalaciones acuíferas, barcos de vela y verdes parques. Un acristalado centro de información tenía como función inicial informar a los vecinos sobre el nuevo concepto que empezaba a tomar forma. Pero el "Glashuset" se ha convertido en un verdadero lugar de peregrinaje para curiosos y profesionales de todo el mundo. Quienes se acercan hasta aquí quieren saber cómo funciona la calefacción o cómo se tratan y reutilizan las aguas residuales y los deshechos.

 

La energía sale de la basura

 

Jonas Törnblom y el lugar en el que se tira la basrua.Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift:  Jonas Törnblom y el lugar en el que se tira la basrua.El mantener constantemente informados a los habitantes del barrio es fundamental, asegura Jonas Törnblom, director de relaciones públicas de la compañía de eliminación de residuos Envac, mientras pasea por las calles de Hammarby Sjöstad. Su planta sólo puede funcionar con efectividad si los ciudadanos separan cuidadosamente la basura.

 

"Nuestro sistema distingue entre restos biológicos, papel y prensa y los demás deshechos", explica. En unos recipientes de un metro de alto situados frente a cada casa se amontona lo que se tira. Sin que sus inquilinos lo noten, éstos son vaciados de dos a tres veces al día a través de un sistema de tuberías subterráneas. En cuestión de segundos, las válvulas de los contenedores se abren y los residuos celosamente separados acaban en el depósito de basura. Entonces, "el papel se envía a la trituradora de papel, lo orgánico es convertido en abono y lo restante pasa a la incineradora, gracias a la cual producimos electricidad, agua caliente y calefacción urbana", dice Törnblom.

 

Barrio ecológico con alta calidad de vida.Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift:  Barrio ecológico con alta calidad de vida.Biogas de las aguas residuales

 

Pero no sólo la basura encuentra en Hammarby Sjöstad usos secundarios. Las aguas residuales fluyen primero hasta la depuradora y generan el biogas con el que se abastecen los hornillos de las cocinas o los motores de los autobuses. Después, siguen su curso hasta la planta calefactora del barrio, donde su director, Bo Berndtsson, comprueba constantemente la temperatura y la calidad del líquido. "Las aguas depuradas huelen un poco fuerte y una espuma flota sobre su superficie", muestra Berndtsson, "llegan aquí a través de una tubería de dos kilómetros de largo y nosotros las canalizamos hasta nuestras bombas de calor".

 

Gracias a unos compresores, estas aguas, que aún están tibias, se calientan aún más. Elevada su temperatura, circulan por los canales de casas y edificios de oficinas haciendo funcionar las calefacciones. Este proceso enfría el agua. Tras pasar por el agregado de frío, puede volver a recorrer sus estrechos caminos metálicos pero realizando esta vez tareas de aire acondicionado. Antes de que el agua depurada se vierta definitivamente al Báltico pasa por una turbina y produce con ello electricidad.

 

Estas plantas de calefacción y refrigeración con las que cuenta Estocolmo funcionan principalmente con energías alternativas, dice Jens Bjöörn, portavoz de la compañía energética Fortum. Incluso la basura que no pudo ser catalogada como orgánica encuentra una última utilidad. "En nuestras instalaciones incineramos 500.000 toneladas de deshechos procedentes de la capital y algunos pueblos cercanos. Este proceso nos permite hacer funcionar nuestra calefacción y generar electricidad". Esto es lo que ha convertido a Estocolmo en la ciudad ecológica de 2010, asegura Bjöörn.

 

Ecológica planificación urbana

 

El proyecto de infraestructura inteligente que propone Estocolmo continúa con la planificación urbana, que ofrece lugares de residencia atractivos concentrados en reducidos espacios. Sólo si las distancias son cortas resultan eficientes y baratas, comenta el arquitecto Stellan Fryxell. "Algunos países africanos, China, Corea, Australia… toman como modelo a Estados Unidos, donde las ciudades se expanden y las distancias son muy largas. Aquí, en Europa, viven muchas más personas concentradas en una superficie menor".

 

Para que el estilo de vida no vaya en contra del medio ambiente, han de buscarse alternativas a las casas unifamiliares y las anchas urbes en las que se depende siempre del coche. "Las ciudades de edificación compacta y el trasporte público son la solución", cree Fryxell. "Los trenes suecos también circulan con energías verdes", añade, "por eso tenemos esos resultados tan buenos en la cantidad de emisiones contaminantes."

 

Autor: Jutta Schwengsbier/ Luna Bolívar

Editora: Emilia Rojas

 

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Pilares sustentables: El país se suma a grupo mundial de construcción "verde"

Pilares sustentables: El país se suma a grupo mundial de construcción "verde"

Marta Lillo Bustos

La construcción sustentable con el medio ambiente es un tema todavía en pañales en Chile.

Si bien han habido esfuerzos concretos como las tiendas construidas por Falabella en los últimos dos años y las reestructuraciones en las Clínicas Alemana y Las Condes, entre otros,, estos ejemplos no constituyen una tendencia.

Pero la formación de una entidad que aglomere a las empresas de los sectores más representativos de la economía local que enfrentan los desafíos de reducir costos y a la vez ser más amigables con el medio ambiente, buscará sentar las bases de lo que será la práctica de edificación en el país.

Es así que Chile formará parte de la red de países miembros del World Green Building Council (WGBC), consejo asesor de referencia internacional que promueve y estimula la construcción sustentable.

El objetivo del capítulo chileno es transformar el mercado de construcción local desde sus cimientos. Redefinir la cadena de proveedores hasta la operación del inmueble para reducir al máximo el impacto socio- ambiental que produjo su edificación. Sean tiendas, hoteles, departamentos u oficinas, la construcción debe sostenerse... ambientalmente.

En especial si Chile se compromete como país miembro de Naciones Unidas a reducir sus emisiones de gases invernadero hacia 2050 en la lucha mundial contra el calentamiento climático.

Según sus defensores, la construcción verde hace una diferencia en la demanda de energía y eficiencia en el uso de recursos naturales. Aspectos que habrá que sopesar como país puesto que la economía local enfrenta una creciente carbonización de su matriz energética, con las  emisiones cuadruplicándose hacia 2030 según cálculos de la Universidad de Chile. 



Primeros brotes

Son 15 las empresas que fundan el capítulo nacional del WGBC: Atika;  la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS); la Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile; Colliers Internacional; la constructora Cypco; Deloitte; Falabella; la empresa de soluciones ambientales Johnson Controls; el fabricante y firma de diseño estadounidense Kohler; Komatsu; Masisa; Philips; Sodimac; SustentarRSE y la Universidad del Desarrollo.

Si bien el lanzamiento oficial del consejo será el 4 de noviembre en CasaPiedra, sus fundadores recién elegirán un directorio el próximo año. Y es que uno de los requisitos para conformar un capítulo del WGBC es que se represente toda la economía.

Pero éste no será el principal desafío. Según explica el recién designado director ejecutivo del Consejo en Chile, el abogado Juan Carlos Urquidi, está la necesidad de que el país se sume pronto al carro. La presión es cada vez más fuerte en el mundo para que se adopten criterios de sustentabilidad porque la construcción comprende un gran impacto en el medio ambiente.

"Está la necesidad en Chile de incrementar el  concepto de eficiencia energética, maximizar los recursos hídricos, buscar emplazamientos sustentables para la construcción de instalaciones de uso público, utilizar materiales de construcción reciclados y contribuir a que el impacto ambiental de los productos sea lo mínimo posible. Y que también se incluya el reciclaje en la cadena de valor como un estándar", añade Urquidi.

Si bien WGBC no impone ninguna certificación en especial, la mayoría de las empresas que lo componen trabajan con los estándares del Leadership in Energy and Environmental Design (LEED), que verifica y certifica los edificios construidos.

Pero construir ciudades más amigables con el medio ambiente en Chile debe primero superar la barrera del desconocimiento, agrega el prorector de la Universidad de Desarrollo, Federico Valdés. "La construcción verde es terreno virgen. Lo primero que se debe hacer es difundir el concepto y capacitar para que haya políticas al respecto. Incluirla en la agenda pública y transformar la industria. Porque no sólo será la construcción sino la mantención de los edificios", insiste.

Ante el tiempo que pueda demorar esta "reconstrucción", Valdés es enfático al señalar que el país cada vez demora menos en asumir las tendencias exigidas mundialmente. "Y en Chile las regulaciones de los últimos 20 años en diferentes materias sociales han surgido tras recoger el sentimiento público", recalca. Algo a considerar si la demanda de edificios y departamentos está sopesando mucho la eficiencia a la hora de pagar gastos comunes.

Por lo que la recién aprobada Ley de Medio Ambiente es un gran paso, afirma Valdés. "Es en este tipo de cosas que se requiere que seamos responsables como país más desarrollado. ¿Por qué tendríamos que aceptar niveles menos buenos?", enfatiza.



Reduciendo presupuesto

Redefinir cómo se construye en Chile requerirá de un esfuerzo económico pero también logístico, asegura el director y gerente general para Chile de Johnson Controls, Diego Barrón. "Lo más importante para que un edificio sea verde es que haya eficiencia energética, ahorro de agua y la calidad del aire", explica el ejecutivo. 

Y enfatiza que un edificio de oficinas verde no cuesta más.  Según cálculos estándares, construir un edificio convencional comprende 75% de gastos operacionales como la cuenta de la luz, gas y la mantención del edificio; 14% de financiamiento y sólo un 11% de gasto en diseño y edificación.

Ya edificada, una construcción tradicional gasta entre 30% a 40% de energía y emite cerca de 33% de emisiones de CO2. Cifras que caerían notoriamente si fuera verde. El promedio de ahorro de un edificio sustentable en energía sería de 30%, de 30% a 50% en agua, mientras que bajaría la emisión de CO2 en un 35%. Barrón agrega que la excusa de que es "más caro" no tiene lugar porque también "en Chile ya existe la tecnología para esto".

 

Un buen negocio

Generar una mayor competencia en la cadena productiva para que la construcción sea verde, es uno de los principales desafíos del futuro capítulo chileno del WGBC.

Pero convencer a empresas y proveedores por igual de que esto puede ser un negocio, es otro. Bien lo sabe el gerente de gestión de proyectos corporativos de Falabella, Giancarlo Cibrario.

Cuenta que en las construcciones sustentables respecto a las tradicionales desde que el retailer comenzó a aplicar esta práctica en 2007, "tenemos un ahorro de entre 30% y 40% en consumo de energía; al implementar estas nuevas tendencias en tecnología, hemos podido reducir hasta un 28% los costos de construcción, ayudados por las altas eficiencias que tienen los nuevos equipos".

Enfatiza que como el consumo de energía en Chile es tan caro, "al disminuir las potencias instaladas, bajas los costos de inversión. Y eso a su vez permite darle flexibilidad al sistema internconectado central, porque demandas menos energía con edificios sustentables", agrega.

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