lunes, 16 de diciembre de 2013

BIOCOMBUSTIBLES

BIOPELLETS – Desarrollo de biocombustibles sólidos a partir de biomasa forestal residual en la Comunidad Valenciana

Finaliza el proyecto de I+D+I en el cual el Instituto Tecnológico AIDIMA ha investigado el desarrollo de biocombustibles sólidos basados en biomasa residual procedente de la Comunidad Valenciana.

Finaliza la tercera y última anualidad del proyecto de I+D+I "Desarrollo de biocombustibles sólidos a partir de biomasa forestal residual en la Comunidad Valenciana" (BIOPELLETS). Este proyecto está financiado por el IVACE (Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial) y cofinanciado por fondos FEDER de la Unión Europea.

El objetivo general del proyecto de I+D+I BIOPELLETS ha sido investigar y desarrollarbiocombustibles sólidos a partir de biomasa forestal residual en la Comunidad Valenciana, para generar así un conocimiento científico-técnico hasta ahora no adquirido en nuestro entorno. El proyecto ha perseguido diversos objetivos, desde analizar el potencial y las características de la biomasa forestal de la Comunidad Valenciana hasta la creación de una metodología integral de control de calidad de toda la cadena productiva de biocombustibles sólidos desde el aprovechamiento en monte hasta el usuario final.

Hasta la fecha, en esta tercera y última anualidad del proyecto se han producido y caracterizado los pélets producidos a partir de biomasa forestal residual de la Comunidad Valenciana. Basándose en las propiedades analizadas, ha conseguido mejorarse su calidad, gracias al mejor conocimiento del proceso productivo. La biomasa empleada en el proyecto procede de extracciones de madera sin uso para la industria local y se ha obtenido en terrenos forestales de la provincia de Valencia. Dichas extracciones de biomasa han posibilitado el seguimiento y muestreo de los costes de extracción de la biomasa desde el monte hasta la planta, y proporcionan información sobre la viabilidad de los aprovechamientos de este tipo de biomasa.

Para la extracción de la biomasa se han realizado diversas experiencias en el proyecto, porque los sistemas de aprovechamiento y logísticos determinan en gran medida el éxito o el fracaso de cualquier proyecto de aprovechamiento biomásico, pues acertar en su selección garantiza un rendimiento óptimo y una considerable reducción de los costes. Según Miguel Ángel Abián, responsable del proyecto, "muchos de los primeros proyectos de biomasa en España fracasaron porque los sistema de aprovechamiento y logística eran inadecuados". Debido a la importancia de los sistemas logísticosse han investigado y probado varios de ellos.

Se han considerado como más provechosos tres tipos de aprovechamiento: clareos en monte bravo (regenerado, muy abundante tras los incendios), claras en latizal y cortas en fustal, con pendientes superiores e inferiores al 25%. En este sentido y después del análisis realizado, se concluye que el aprovechamiento con astillado fijo en cargadero o el traslado de árbol completo o biomasa bruta y astillado en planta presentan ventajas sobre el astillado móvil, aunque éste puede utilizarse en algunos casos concretos. En cuanto a la logística, el traslado en camiones con contenedores multilift es el que presenta mayores ventajas, en caso de no trasladar árbol completo. Los precios varían dependiendo del sistema utilizado pero varían por regla general entre los 30 y 60 euros por tonelada, con rendimiento horarios que oscilan entre las 4 y las 9 toneladas por hora, siendo más caros aquellos sistemas con mayores rendimientos.

Por otro lado, los costes que suponen la producción de pélets oscilan entre los 100 y los 150 €uros, dependiendo del tamaño de la fábrica, la producción total y la inversión realizada para la puesta en marcha de la planta de producción. Por tanto, el precio final de los pélets oscila, en España entre los 180 €uros y los 250 €uros por tonelada aproximadamente, dependiendo de la cantidad a distribuir, la modalidad y distancia al consumidor final.

En conjunto, puede concluirse que la viabilidad económica y ambiental de todo el proceso irá siempre ligada a la realización de ordenaciones en monte que garanticen la sostenibilidad de los aprovechamientos, un buen planteamiento de éstos y una logística bien diseñada tanto en monte como en fábrica sin grandes distancias entre los distintos procesos de la cadena de valor.

Para el correcto desarrollo de los procesos que constituyen la cadena de valor de losbiocombustibles sólidos, existen distintos aspectos técnicos que influyen en su viabilidad económica y ambiental.

En primer lugar, refiriéndose al aprovechamiento en monte, los aspectos más importantes son éstos: la ordenación previa del monte para conocer que cantidad podemos aprovechar, la planificación de los aprovechamientos y la elección de la maquinaria y el sistema de extracción más oportuno en cada caso, la minimización de los impactos y la obtención de biomasa de calidad.

Por otro lado, el desarrollo industrial de proyectos viables debe tener en cuenta diversos aspectos de considerable importancia: la obtención de un suministro continuo y de calidad a un precio competitivo en relación al tamaño de la planta que se prevé llevar a cabo; y la realización de controles de calidad en diferentes fases para conocer qué calidad se ofrece y si puede mejorarse para cumplir los estándares que proveen a los biocombustibles de valor añadido.

La planificación del almacenamiento es un aspecto importante, dado que la biomasa se suministra en ocasiones húmeda y por tanto se requiere de un almacenamiento durante un tiempo para su secado, o sencillamente porque se necesita tener reservas en épocas que no hay cortas y por tanto suministro.

En cuanto a la distribución, se analizaron los sistemas más importantes de distribución tanto para pélets como para astilla. Los pélets pueden distribuirse en sacos de 15 kg, big-bags o a granel. Cada modalidad es más o menos recomendable según el destino final. Los sacos son idóneos para pequeños consumidores, mientras que la distribución en big-bag o a granel se realiza para grandes consumidores. A su vez, los costes de distribución disminuyen cuanto mayores son las cantidades, por lo que el precio final por tonelada siempre es menor a granel que en sacos de 15 kg.

En comparación con la astilla, el pélet tiene la gran ventaja de que puede viajar más peso sin aumentar el precio porque ocupa mucho menos volumen. Así, se recomienda que la astilla no se traslade nunca más de 100 kilómetros, mientras que los pélets pueden viajar dos o tres veces esa distancia.

Actualmente, en relación a lo anterior, tanto para pélets como para astilla, las empresas están poniendo en marcha centros logísticos de distribución a fin de abaratar los costes. El transporte hasta estos centros de distribución se realiza en grandes cantidades y distribuidos al por menor desde el mismo. Es un sistema logístico que se recomienda cuando hay grandes producciones, siempre que esté ligado a un estudio previo de viabilidad.

A partir de la información expuesta anteriormente, se definieron aquellas zonas donde los aprovechamientos forestales con fines biomásicos serían rentables. De los datos de cuantificación y la distribución de la biomasa en la Comunidad Valenciana se observa que en el interior de ésta existen distintas zonas que superan las 6.000 Tn/anuales. Con tal cantidad se pueden plantear industrias de producción de astilla y pélets con una distribución a escala local o regional.

Se recomienda que la utilización de la astilla producida se realice en el entorno de producción, distancias de distribución que no superen los 50 km. Tanto para fines térmicos como para producción eléctrica. En cuanto a los pélets producidos, su destino es para producción de energía térmica tanto a escala domestica como industrial, y pueden transportarse a mayores distancias.

Algunas de estas zonas se localizan en entornos rurales y forestales con ciertos problemas estructurales donde la industria es prácticamente inexistente y la biomasa, considerando que es renovable, puede crear puestos de trabajo y una generación continua de beneficios e inversiones. Algunas de estas zonas son comarcas como Los Serranos, el Valle de Ayora-Cofrentes, la Canal de Navarrés, El Alto Palencia, L'alcalaten, Els Ports, la Plana de Utiel, etc.

De todo el estudio realizado y del estado actual del mercado, se desprende la necesidad de desarrollar metodologías de control de calidad para mejorar la competitividad de los agentes involucrados. Este control de calidad debe tener en cuenta la trazabilidad de la biomasa y realizarse en todas las fases de la producción de los biocombustibles sólidos.

El control de calidad debe empezar en monte. Durante el aprovechamiento forestal es importante tener en cuenta una serie de aspectos: la realización de un control de inertes (tierra, piedras, etc.), un control de las especies que se están aprovechando y un control de las partidas de biomasa que constituya una trazabilidad. Por otro lado, debe considerarse también un control de calidad de la astilla que tenga en cuenta el control del tamaño de la astilla; es decir, la realización de una clasificación, tanto si su destino es la distribución como astilla, como si va a trituración con el fin de obtener pélets. En este sentido, existen muchos problemas en la industria por la presencia de partículas muy largas que dificultan el proceso de triturado y paletizado posterior. Por último, es importante realizar los análisis de la biomasa (humedad, cenizas, etc.) en el momento que llega a planta con el fin de optimizar su destino y la calidad final de los pélets.

En el entorno industrial, el control de la calidad del los pélets resulta esencial. En el proyecto se determinó que las variables más importantes para la calidad final de los pélets son las siguientes:

  • La humedad de entrada a la peletizadora, que debe controlarse con sistemas de secado y humectación. ç
  • La durabilidad de los pélets, que está relacionada con su densidad y su producción de finos.
  • El poder calorífico, que también es muy importante para el consumidor final, aunque varía poco dentro de una misma especie.
  • La cantidad de cenizas y el contenido en cloro y azufre, que dependen de la biomasa de origen y no tanto de proceso industrial.

La mayoría de las normas de calidad de pélets usan estas características para clasificarlos, y los valores alcanzados determinan el destino y precio final de los pélets.

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Organismos financiadores:

Generalitat Valenciana. IVACE. Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial.
Unión Europea. Fondo Europeo de Desarrollo Regional.

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Para conocer más información sobre el proyecto o contactar con nuestros investigadores contacte con AIDIMA.

 

Fuente:

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Rodrigo González Fernández
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Proyecto busca reducir la huella de carbono de la industria del vino

Disminuiría los costos energéticos de la industria:

Proyecto busca reducir la huella de carbono de la industria del vino

En el proceso de vinificación, la refrigeración representa el principal consumo eléctrico, que en Chile está asociado a elevadas emisiones de CO2. Para enfrentar esta realidad, el DICTUC —con cofinanciamiento de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA)—, está desarrollando un sistema de poligeneración, con energía solar, que apunta a reducir la huella de carbono de la industria del vino.

Asimismo, se busca aumentar la independencia energética de los productores, reduciendo el riesgo de alteraciones en la calidad del producto, asociado a interrupciones en el suministro. Esto agregaría valor al vino, mejorando la competitividad de la oferta vitivinícola chilena en los mercados internacionales.

Como la demanda de refrigeración es mayor en los meses de verano, la iniciativa contempla integrar tres sistemas: un equipo de absorción que produce refrigeración a partir de una fuente térmica híbrida, conformada por un campo solar con almacenamiento térmico; una caldera de biomasa para asegurar el funcionamiento del sistema en períodos de baja radiación solar; y un secador solar se puede aprovechar la biomasa de los desechos de producción del vino.

"Esto requiere una estrategia que garantice que el uso de esta tecnología no afecte negativamente el proceso de vinificación, ni la calidad del vino. Así el objetivo es diseñar un sistema de poligeneración escalable, que permita a las vitivinícolas aumentar su independencia energética y reducir la energía eléctrica consumida en refrigeración hasta en un 99% y las emisiones de CO2 asociadas en un 50%", explica el coordinador del proyecto, Rodrigo Escobar.

Actualmente, los costos energéticos en la industria del vino son elevados. De acuerdo a estudios realizados en viñas específicas, la implementación de esta metodología podría permitir ahorros de hasta 80% en consumo de gas y 50% en electricidad y petróleo.

En relación con las emisiones de CO2, éstas alcanzan a 1,67 kilos de CO2 por botella de vino embotellado (750 cc) y 0,124 kilos de CO2 por litro de vino a granel. Considerando esta información y los datos de producción del año 2012, se tiene que el volumen total de emisiones de CO2 en la industria vitivinícola chilena es de 1.302.234 toneladas.

"Se calcula que la implementación de este proyecto podría permitir una reducción estimada de hasta 50% en las emisiones, contribuyendo a aumentar su competitividad a nivel mundial y aumentar el valor del vino exportado", explica la ejecutiva de innovación de FIA y supervisora del proyecto, Loreto Burgos.

MAYOR VALOR DE LAS EXPORTACIONES

"Como efecto de lo anterior, una reducción en la huella de carbono permite aumentar el valor del vino exportado. Este incremento depende de varias variables adicionales (país de destino, normativa vigente, exigencias, etc.), por lo cual su cálculo exacto es muy complejo, pero se estima que se puede lograr un aumento de 1% en el valor de las exportaciones", destaca Escobar.

De esta forma, el potencial de impacto económico estimado que la metodología presenta es de $20.327 millones por concepto de reducción de costos energéticos, sumado a un valor adicional de $8.481 millones por aumento en el valor del vino como efecto de la reducción en emisiones de CO2.

En el país, desde la entrada en vigencia de las normas internacionales referentes a la cuantificación de las emisiones de CO2 asociadas a la producción de vino, diversas viñas han incorporado a sus procesos productivos tecnologías de energías renovables.  Se trata, principalmente de colectores solares térmicos, para suministrar agua caliente a los procesos de desinfección y esterilización de equipos, además de suplir la demanda de agua caliente en servicios, y de geotermia para climatización. Sin embargo, estas instalaciones no representan un ahorro significativo en el consumo energético, ni en emisiones de CO2.

El panorama es diferente en el exterior, donde se ha desarrollado el concepto de "viñas solares" (solar wineries), que usan de forma intensiva esta energía en todo el proceso productivo, desde el viñedo a la planta de vinificación. Solamente en Europa, más de 110 viñas lo han implementado.

Según estimaciones del DICTUC, el 100% de las viñas que operan en el territorio nacional podrían implementar este nuevo sistema.

En la iniciativa —que contempla un costo total de $259,7 millones de los cuales FIA aportará $150 millones— participan en calidad de asociados la Viña Miguel Torres y las universidades de Talca y Diego Portales.

Fuente: FIA

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El océano es un elemento atenuante importante en el sistema de la Tierra


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Domingo, 15 de Diciembre de 2013 21:58

calentamiento global y océanos

El océano es un elemento atenuante importante en el sistema de la Tierra

Acaba de ser publicado un nuevo libro que resume mucho de lo que sabemos sobre los océanos y el papel que desempeñan en la formación de nuestro clima de la Tierra.

Dirigido a los investigadores que a menudo se obsesionan con el aprendizaje de nuevos hechos o leen los últimos estudios en sus campos.

Cada cierto tiempo, sin embargo, es necesario dar un paso atrás y echar una mirada retrospectiva a cómo se ha desarrollado nuestro conocimiento con el tiempo.

Tal retrospectiva sólo es proporcionada por algunos de los oceanógrafos más calificados del mundo. Es una actualización de un texto legendario que fue impreso por primera vez en 2001.

Ocean Circulation and Climate – Observing and Modelling the Global OceanEsta es la segunda edición de "Ocean Circulation and Climate – Observing and Modelling the Global Ocean" (Circulación Oceánica y Clima - Observación y Modelización de los Océanos Mundiales), publicado en 2001 al final del World Ocean Circulation Experiment (WOCE).

Durante la década de 1990 WOCE fue construido sobre la disponibilidad de una nueva generación de satélites de altimetría y llevó a cabo el primer estudio a escala mundial sobre el papel de los océanos y su circulación en el clima de la Tierra. El objetivo principal del WOCE fue "desarrollar modelos útiles para predecir el cambio climático y para recoger los datos necesarios para ponerlos a prueba".

Desde WOCE ha habido un enorme progreso ulterior tanto en las observaciones oceánicas como en la modelización.

La red Argo de flotadores de perfilado (un desarrollo tecnológico que comenzó durante WOCE) monitorea ahora rutinariamente la temperatura y la salinidad del océano superior. La serie de satélites altimétricos continúa y estos datos permiten ahora una mejor comprensión de la variabilidad inherente del océano no estaba disponible en el 2001. Paralelamente, el incesante aumento en la potencia de cálculo permite una mejor representación de los cruciales procesos oceánicos.

El nuevo libro se ha producido simultáneamente con la preparación del quinto informe de evaluación 2013 del IPCC GT1 y proporciona información útil y actualizada de antecedentes sobre cuestiones centrales relacionadas con la evaluación de los océanos del IPCC. El notable progreso en esta área de las ciencias del mar desde el cambio de siglo hace que muchos de nuestros modelos y la observación capacidades de hoy en día sólo podrían haber sido soñados en la década de 1990.

Así, el libro, subtitulado "Una perspectiva del siglo XXI", es oportuno e importante. Contiene 31 capítulos que abarcan el estado actual de los conocimientos. Los 78 autores proporcionan una perspectiva verdaderamente internacional como expertos reconocidos en sus respectivos campos. Ocho  también han sido autores del IPCC AR5 GT1, que fue lanzado este otoño, incluyendo a Thomas Stocker (Presidente del GT1) que escribió el primer capítulo, "Los océanos como un componente del sistema climático". Tres de los editores, Gerold Siedler (Alemania), John Gould (Reino Unido) y John Church (Australia), fueron los editores de la primera edición y se unieron a Stephen Griffies (EE.UU.) para proporcionar experiencia adicional en el modelado. Todos son expertos internacionalmente reconocidos en sus respectivos campos. La introducción proporciona una gran justificación para el texto:

"Si no fuera por la capacidad del océano para absorber grandes cantidades de calor y carbono, los efectos antropogénicos del cambio climático en todo el mundo serían mucho más grandes. Por consiguiente, el océano es ya un elemento atenuante importante en el sistema de la Tierra".


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Los incendios forestales aumentan y el cambio climático sería el culpable

Publicado el 16 de diciembre del 2013

Los incendios siempre han estado presentes en la naturaleza y han aumentado con la ayuda del hombre, pero ahora el calentamiento global les está dando un empujoncito extra. Países como Australia, donde muchos de los focos se producen por causas naturales, ya están pensando en el futuro y tomando medidas para poder combatirlos mejor.

(El Mercurio) Para 2030, Australia deberá doblar la cantidad de gente que tiene para combatir los incendios forestales si quiere hacerlo eficientemente, asegura el informe "Cambio climático y riesgo de incendios en Australia". Uno de sus autores -que fue encargado por el gobierno de ese país a privados- aseguró esta semana: "Desde 1960, se ha duplicado el número de días con temperaturas extremas, y cuando tenemos estos días el riesgo de incendios es mayor".

El informe no es alentador y lo peor es que viene de uno de los países con mayor inversión en el combate de incendios. La situación se vuelve crítica, según los expertos, y lo hace en todo el mundo, incluido Chile. Si bien los incendios se producen por muchas causas bien conocidas, ahora el cambio climático está potenciando las probabilidades de ocurrencia y de una forma difícil de controlar.

Cambio global

A principios de octubre, Scott Stephens, de la Universidad de California, en Berkeley, publicó en Science un nuevo trabajo sobre la influencia del cambio climático en la incidencia de los incendios.

El incremento, asegura la investigación, será en la frecuencia y magnitud de estos eventos en Australia, la cuenca del Mediterráneo, Canadá, Rusia y Estados Unidos. En este último, especialmente en la parte oeste, al aumento de temperaturas se suma el deshielo prematuro de las nieves en primavera, lo que provoca temporadas más prologadas de incendios. Algo, termina el autor, que puede extrapolarse a todo el mundo.

Y es justamente lo que está pasando en Chile. Antes teníamos temporadas de incendios -de noviembre a marzo-, cuenta Herbert Haltenhoff, jefe de Prevención de Incendios Forestales de Conaf, pero ahora los tenemos durante todo el año.

"Desde que medimos su ocurrencia, a mediados de los 60, los incendios se incrementaron sostenidamente hasta los 80. Luego la curva empieza a aplanarse y se ha quedado ahí", explica. "Esto es independiente del aumento de población y de la conectividad urbano-rural, por lo que creemos que se debe a la prevención y a la toma de conciencia de la gente".

Pero en los últimos cinco años el escenario ha cambiado. Desde julio de este año se han producido 804 incendios, mientras que el promedio del quinquenio para el mismo período solo llega a los 460.

"Durante el período pasado -de julio de 2012 a julio de 2013- se quemaron casi 100 mil hectáreas y este año de nuevo la situación se ve compleja", explica el especialista. "El problema, además, es que se están concentrando en la Quinta Región y en la Metropolitana. Algo que se debe al clima".

Miguel Castillo, académico del Laboratorio de Incendios Forestales de la Universidad de Chile, dice que si bien el cambio climático aún no está 100% científicamente comprobado, sí es posible ver una relación directa entre el alza de temperatura y el aumento de los incendios. "Los últimos 10 o 15 años se ha visto un alza sustantiva de ellos, aumentado la vulnerabilidad de los ecosistemas tanto de Europa y de Estados Unidos como de Sudamérica", dice.

El problema no es solo la mayor prevalencia de días con condiciones perfectas para su ocurrencia -alta temperatura, baja humedad, viento fuerte- sino también las sequías prolongadas que preparan el ambiente para arder mejor y más rápido.

"Antes el bosque no sonaba y ahora sí, cuentan los combatientes de las brigadas forestales", dice Herbert Haltenhoff. "Como el piso de los bosques solía estar siempre húmedo casi no se hacía ruido al caminar por ellos, pero ahora se quiebran los restos de ramas y cruje la hojarasca. Aunque llueva por tres días no se recuperaría lo que han provocado tres o cuatro años de sequía".

Culpa del hombre

A ello se suma el factor humano. A diferencia de lo que ocurre en otras partes del mundo, donde una parte importante de los incendios es por causas naturales -tormentas de rayos que llegan al suelo-, en Chile casi un 99% de los siniestros es por causa del hombre, ya sea por un descuido o por intencionalidad. Por eso la llegada o el aumento de personas en todas partes es peligroso.

"Además de que se ha acumulado mucho combustible -hojas y ramas secas- en los bosques por la sequía, la gente está saliendo más. Va a caminar, hacer trekking o andar en bicicleta a lugares que antes no eran tan concurridos o solo lo eran en verano", dice Horacio Gilabert, académico del Departamento de Ecosistemas y Medio Ambiente de la Facultad de Agronomía y del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica.

A ellos se suma, dice Miguel Castillo, la mayor demanda por bienes y servicios en zonas más prístinas. "La gente quiere ir a lugares menos intervenidos. Quiere construir su casa de veraneo ahí, y las mismas inmobiliarias han visto una oportunidad de negocio en ello", dice.

Otro factor relevante, agrega, es el aumento de la conectividad entre ciudades y pueblos. "Se han hecho estudios de esos caminos y senderos y se ha comprobado que las áreas de mayor ocurrencia de incendios son justamente esas vías, porque la gente bota colillas de cigarros o se estaciona para hacer fogatas", explica.

Por eso, puntualiza Horacio Gilabert, unos de los mayores focos de inversión tiene que seguir estando en la educación.

Y más encima ahora, al factor humano, se agrega el climático. "En este momento hay muy pocos incendios al norte de la zona central porque hay poca vegetación. Pero si con el aumento de la temperatura el clima se va a volver más cálido hacia el sur, esa transición va a dejar mucho combustible en zonas muy pobladas, en la Quinta Región, la Metropolitana y la Octava. Por ello, no solo se van a crear nuevas áreas susceptibles a incendios, sino que también aumentará la frecuencia de estos eventos en las actuales", dice el investigador.

Combate

A todo lo anterior se añade que no siempre hay posibilidades de pelear contra los incendios.

"Cuando comienza un foco se produce una especie de retroalimentación", explica Eduardo Peña, especialista en ecología del fuego de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción. "El fuego calienta el aire a su alrededor. Al aumentar su temperatura, este sube desplazando hacia abajo al aire frío provocando viento. Así, mientras mayor y más intenso es el incendio, más viento genera y más rápido se propaga", explica.

Incluso, agrega, se produce un efecto de atracción ya que restos de combustible inflamado pueden saltar hasta 2 kilómetros de distancia, produciendo nuevos focos.

Lugares como Torres del Paine son una pesadilla para los brigadistas ya que los vientos constantes anulan casi totalmente cualquier intento. Lo mismo que pasó en octubre en Australia, en el estado de Nueva Gales del Sur, donde se quemaron miles de hectáreas y cientos de casas.

Por eso, concluyen los especialistas, el mejor combate sigue siendo la prevención.

Recuperación

Dependiendo del tipo de bosque que se queme, su recuperación total puede tomar decenas, centenas o incluso un millar de años. Por eso es necesario darle una mano a la naturaleza en el proceso.

"La mayoría de las semillas mueren a los 40 °C o 50 °C por lo que si el fuego se queda en un mismo lugar demasiado tiempo, todas ellas desaparecerán", dice Eduardo Peña, de la U. de Concepción.

A ello se suma que si después de un incendio llueve, el agua puede llevarse las semillas que quedaron y la primera capa del suelo, erosionando la zona. Por eso la recuperación busca evitar dicha erosión poniendo una cubierta vegetal y plantando especies que estaban en la zona afectada. Esto no solo acelera el proceso de recuperación porque se plantan árboles ya crecidos -aunque pequeños-, sino también porque evita que otras especies aparezcan en la zona. "La gran ventaja es que se dirige la recuperación y se puede evitar la llegada de especies invasoras que compiten con las que estaban en el lugar", dice Horacio Gilabert, de la UC.

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