martes, 28 de agosto de 2007

CIENCIA

CIENCIA

Así se las gasta el lobby ecologista

Por Jorge Alcalde

Polémica portada del Newsweek
En cualquier disciplina científica, si alguien llama a tu puerta a las seis de la madrugada, intuyes que es el lechero. Los investigadores de una y otra área se esfuerzan en buscarle las cosquillas al modelo más aplaudido por sus colegas, en encontrar las fallas del sistema y en diagnosticar los errores para que el conocimiento no deje de avanzar.

Quienes así lo hacen no tienen que temer más que a su propia capacidad de persuasión. Saben que sus argumentos disidentes serán escuchados por la comunidad con interés y que, si están sólidamente fundados, tienen muchas posibilidades de que sean aceptados. En ese mismo instante, pasarán a ser objeto de deseo de otros cientos de escépticos dispuestos a tumbarlos. Así funciona la democracia del lechero en todos los modelos científicos. ¿O en casi todos?

Si el personaje en cuestión, en lugar de tratar de demostrar que la última datación de un fósil de roedor es incorrecta, se atreve a cuestionar la interpretación de los registros de temperaturas durante el Óptimo Climático Medieval elaborada por el IPCC, temerá que a su puerta, en lugar del lechero, golpee una madrugada cualquiera una portada de Newsweek.

"El alarmismo sobre el calentamiento global ha dado una desagradable vuelta de tuerca la semana pasada cuando la revista Newsweek publicó un extenso reportaje de portada llamando repetidamente a los escépticos 'negacionistas' y acusándolos de estar mantenidos por compañías del petróleo u otras industrias interesadas en emborronar la verdad", se queja Noel Shepard, escritor, abogado y profesor del Bussines and Media Studies.

Se refiere al apabullante tema de portada con el que Newsweek atizó el 13 de agosto a los escépticos del cambio climático, de la mano de su colaboradora científica Sharon Begley: "La gran cantidad de datos científicos que hay ahí fuera conduce a pensar que los negacionistas tienen los días contados."

El artículo de Begley se ha convertido en uno de los más contestados, para bien y para mal, en la historia reciente de la revista estadounidense. ¿Qué es lo que decía para causar tanto revuelo?

"El trabajo, contiene muy poco de lo que se pueda llamar periodismo objetivo y neutral", asegura Marc Morano, director de comunicación de la Oficina para el Medio Ambiente del Senado de los Estados Unidos. En él se sostiene la idea de que existe "una maquinaria bien engrasada, bien coordinada y bien financiada por científicos contestatarios, pensadores del libre mercado y empresas energéticas, para emitir una nube de dudas sobre la ciencia del clima".

Es decir, ante la aparición de voces críticas en el seno de la comunidad científica, la portada de Newsweek vuelve a caer en la acusación más habitual esgrimida por los ecologistas: los científicos disidentes trabajan a sueldo de multinacionales del sector energético. ¿Será cierto?

Según la citada oficina del Senado, el reportero Eve Conant, que figura en el artículo de Newsweek como colaborador de la autora, recibió cumplida información de la estimación oficial realizada sobre el dinero invertido en investigación climatológica. En la última década, los investigadores que proponen un origen antropogénico del cambio climático han recibido 50.000 millones de dólares. De ellos, 30.000 millones han salido de las arcas del la Administración Bush.

Curiosamente, esa es la misma cifra (50.000 millones) que Hillary Clinton ha prometido invertir en investigaciones sobre nuevas energías en su programa electoral para las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

Al Gore tiene su dedo acusador señalando a Exxon MobilEn la parte contraria, las cifras también son mareantes. El 8 de agosto de 2007, el vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore acusó en una conferencia ofrecida en Singapur a la multinacional petrolera Exxon Mobil de haber invertido 10.000 millones de dólares al año en la financiación de estudios escépticos sobre el cambio climático. "Existe una campaña muy bien organizada por las compañías más contaminantes para generar la falsa impresión de que hay disidencia en la comunidad científica en torno al calentamiento global", dijo, según la agencia Associated Press. "En realidad –continuó– estamos viviendo uno de los mayores consensos en la historia de la ciencia, pero vivimos en un mundo en el que el uso de la propaganda tiene una función clave a la hora de crear opinión pública". Gore identificó las investigaciones escépticas sobre el cambio climático con las que hace unas décadas pretendían relativizar los efectos dañinos del tabaco: "Algunas compañías tabaqueras se gastaron millonadas intentando crear la sensación de que existía cierto desacuerdo entre los científicos. Hoy, muchas empresas del sector energético, como Exxon Mobil, hacen lo mismo para desacreditar la unanimidad sobre el clima".

Los fondos federales dedicados directa o indirectamente a las investigaciones sobre calentamiento global en Estados Unidos han superado los 30.000 millones de dólares. A ello habría que sumar las partidas llegadas desde Naciones Unidas, fundaciones, universidades, gobiernos extranjeros, etc... "Inmensas cantidades de dinero siguen fluyendo hacia los institutos donde se estudia a favor del miedo climático. Eso sin tener en cuenta las medidas estatales propuestas para detener los posibles efectos del calentamiento cuando lleguen a producirse. Me parece que, incluso aceptando las acusaciones de Gore, que a mí me parecen infundadas, es obvio que los escépticos pierden la partida", argumenta Morano.

Bob Carter, uno de los más reconocidos paleoclimatólogos australianos opina lo mismo y lo hizo ver cuando compareció en la Comisión del Senado para el Medio Ambiente: "En una de las ironías más caras de la historia, el gasto de más de 50.000 millones de dólares en la ciencia del cambio climático desde 1990 no ha servido para demostrar ninguna evidente relación entre el ser humano y la tendencia al calentamiento."

El meteorólogo Roy Spencer, antiguo investigador senior para estudios del clima en el Marshall Space Fligth Center de la NASA y actual investigador jefe en la Universidad de Alabama, considera que el artículo de Newsweek es parte de un "asalto coordinado contra los escépticos". Y, en una anotación publicada por él mismo el 15 de agosto de 2007 fue más lejos: "Newsweek alega que a algunos científicos se les ofreció la suma de 10.000 dólares para publicar evidencias contra la teoría del cambio climático antropogénico. Por supuesto, la mayoría de los investigadores que publican artículos en la dirección ortodoxa reciben por ello entre 100.000 y 200.000 dólares."

El dinero fluye hacia quienes defienden el catastrofismo climáticoEn este sentido, otro prominente científico, James Spann, de la Sociedad Americana de Meteorología, ha denunciado que "la objetividad científica está siendo comprometida por las ingentes cantidades de dinero que circulan en las cercanías de la corriente ortodoxa". Lo dijo en enero de 2007 después de recibir la noticia de que algunos miembros de Weather Channel, la empresa que se dedica a servir previsiones meteorológicas para muchos medios de comunicación, habían solicitado que se retirasen las credenciales de miembros de la Sociedad Americana de Meteorología a aquellos hombres y mujeres del tiempo que emitieran opiniones escépticas sobre el cambio climático en sus programas. Spann fue rotundo: "Miles de millones de dólares a fondo perdido fluyen a los bolsillos de aquellos que defienden el catastrofismo climático. Si niegas la acción del hombre en el clima: adiós al dinero. No tengo nada en contra de los que quieran ganarse la vida, pero cuando el dinero se convierte en la principal motivación para llegar a una conclusión científica, tenemos un problema. Para muchos, el cambio climático se ha convertido en una excelente forma de hacer caja."

La batalla de las cifras parece haber entrado en una fase de sesgo evidente. La prensa se siente legítimamente obligada a denunciar cada uno de los casos en los que un científico escéptico ha recibido dinero de una organización determinada. Pero existe un incomprensible olvido para los casos que circulan en dirección contraria.

Los alarmistas del clima parece que gozan de una importante ventaja financiera sobre los escépticos, pero nadie cuenta exactamente cuánto dinero tienen para sus propósitos. El magnate de Virgin Air, Richard Branson ha donado él solito 3.000 millones de dólares a la causa del cambio climático. Los lobbies medioambientales manejan presupuestos infinitamente mayores que los grupos de estudio escépticos. La Sierra Club Fundation manejó un presupuesto de 91 millones de dólares en 2004 y el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales ese mismo año contó con 57 millones. "Compare eso con el dinero que mueve una de las instituciones escépticas más criticadas por los medios de comunicación, el Competitive Entreprise Institute: 3,6 millones de dólares al año", comenta Moraro.

Pero, más allá de la consabida guerra de cifras (que no deja de ser absurda: al fin y al cabo todos los estudios científicos, sean del cariz que fueran, han de estar financiados por alguien), el artículo de Newsweek escoció por algunos otros asuntos de fondo. Por ejemplo, por el uso repetido de la palabra "negacionista" para describir a los científicos que observan con escepticismo los modelos climáticos que prevén una catástrofe. El término encorajinó a algunos expertos como el responsable del Centro de Política Investigadora de la Universidad de Colorado Roger Pielke: "La palabra negacionista referida al clima pretende claramente evocar a las posturas negacionistas sobre el holocausto. Seamos claros, el uso de ese término es una afrenta a aquellos que sufrieron la persecución nazi. Esa alusión no tiene cabida en el entorno de la ciencia. Y digo eso a pesar de ser una persona profundamente conv

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Rodrigo González Fernández
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el calentamiento global

Calentamiento global...
 
(IMP)

Elis Caballero
mrelis_13@yahoo.es

Debajo de los hielos eternos de nuestro planeta, que abarcan un cuarto de su superficie, se esconde un nuevo peligro que, según alarman expertos en climatología, podría desembocar en una mayor aceleración del cambio climático.
En zonas de suelos que hace miles de años están permanentemente congelados, como los de Siberia, Alaska y Canadá, se está produciendo un deshielo acelerado que podría traer, a largo plazo, consecuencias dramáticas para el clima.
En la región pantanosa de la tundra siberiana, del tamaño de la ex República Federal de Alemania, se hallan depositadas bajo el hielo cantidades descomunales de carbono, en forma de turba, que, de quedar al aire libre a causa de los deshielos, pueden transformarse en CO2, por oxidación, o en metano, por la acción de bacterias, y ser absorbidos por la atmósfera, lo que aceleraría el calentamiento de la Tierra.
Científicos de Rusia, Finlandia y Holanda, unidos en el proyecto CASUS, reportan una gran disminución de la capa de hielo siberiana. El deshielo es normal en esta región, pero los cambios actuales son extremos. Según Sergej Kirpotin, de la Universidad de Tomsk, "la situación es más que seria, y el mundo debería enterarse de esto, ya que no hay mucho tiempo para buscar soluciones".
El científico refiere que el ciclo deshielo-congelamiento está alterado, ya que, desde hace unos cuatro años, pre-domina la descongelación de la capa glacial.
Aún no puede determinarse el desarrollo que experimentarán los hielos permanentes de forma definitiva, ya que los lapsos de medición son demasiado cortos, y los modelos de investigación no reflejan fielmente todas las interac- ciones posibles.
Sin embargo, los expertos tienen hoy datos suficientes como para advertir que los gases despedidos podrían acelerar más aún el cambio climático, ya que agudizarían notablemente el ya existente "efecto invernadero".
El ártico no sólo es clave por reaccionar sensiblemente a los cambios climáticos, sino que influye a su vez en el clima global respondiendo al más mínimo de ellos. En él se articula la circulación de los océanos, y es dicha circulación la que, a su vez, asegura la estabilidad de nuestro clima. Si la circulación oceánica se modifica, se desplaza o colapsa, esto puede tener consecuencias fatales para el ecosistema.
En la zona ártica se registró un aumento de la temperatura media de 3 grados en los últimos treinta años.
Es indiscutible que el calentamiento global es producto de la conducta humana, y, según Wladimir Bleuten, de la Universidad de Utrecht, coordinador del proyecto CASUS, "el mensaje de nuestras investigaciones es que el daño producido en las zonas pantanosas es preocupante, ya que las ciénagas actúan como factor amortiguante, pudiendo almacenar durante mucho tiempo más dióxido de carbono que, por ejemplo, los bosques".
A nivel político, la Conferencia Mundial sobre el Clima en Montreal, a reali-zarse en diciembre, sería una buena oportunidad para llamar la atención sobre el tema.
-El autor es periodista.
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