Por Andrés Gillmore, secretario y vocero de Corporación Costa Carrera Aysén Cuenca del Baker
No podemos olvidar y en eso los chilenos somos muy rigurosos para olvidarnos de esos detalles por el cual tomamos decisiones de importancia, que el actual presidente Piñera fue elegido básicamente no por su alto perfil político y si porque el gobierno de la ex presidenta Bachelet había decepcionado hasta a sus mismas huestes por su administración tan precaria y entre las cosas fundamentales por la cual el país tomó esa decisión. Fue por la forma en como se habian hecho partícipes como un interesado más del proyecto HidroAysén. Se pensó que al votar por Sebastián Piñera ese formato cambiaría y tendríamos una administración mas rigurosa, más profesional y mucho más certera, con un Estado más preocupado, exigiéndoles a las transnacionales más eficiencia en sus proyectos de desarrollo.
Hoy a dos años de esos sucesos históricos que cambiaron el Chile actual y para siempre, nos acostumbramos a enterarnos que no éramos tan preciados y tan eficientes como creímos ser. La olla se destapó y la cruel realidad nos llegó de sopetón. Nos enteramos de detalles escabrosos que de verdad no sospechábamos, que pusieron de manifiesto la esencia de lo que somos como sociedad y como nos relacionamos como personas entre nosotros mismos y lo que le permitíamos a las empresas extranjeras hacer. Que teníamos un mundo paralelo, vidas ocultas, que no éramos probos como decíamos ser, que el doble estándar y los falsos discursos estaban a la orden del día. Que no se dudaba desde hace años en manipular un instrumento público para obtener beneficios empresariales y políticos y lo peor de todo, teníamos a todos los gobiernos involucrados en este formato desde la llegada de la democracia en 1989.
En este castillo de naipes nos movíamos sin saber en que nos habíamos convertido, de una realidad que se sustentaba en alfileres. Bastó que la falta de una política consecuente en materia energética pusiese de manifiesto las enormes irregularidades del modelo y se nos vino abajo el supuesto bienestar que todos creímos tener. Nos invadió una crisis existencial nunca antes vista de gobernabilidad, que nos dejó a todos asombrados y decepcionados. El nuevo escenario tan decadente obligó al mismo gobierno a que en forma rápida ante la crisis creara una "Comisión asesora para el desarrollo Eléctrico (CADE)". Lamentablemente como siempre sucede cuando las cosas se hacen a la rápida y sin una verdadera intención, la comisión carecía de representación verdadera que le diera credibilidad y rápidamente se cuestionó su independencia. Ante el cuestionamiento ciudadano que fue fuerte, al gobierno no le quedo otra que aceptar la realidad y se llamó a una comisión paralela y se formó la "Comisión Ciudadana-Técnico-Parlamentaria, por la política y la Matriz Energética (CCTP), para la formulación de propuestas que permitieran desconcentrar el mercado energético y entregar la seguridad de un desarrollo eléctrico, que nos permitiera ante todo la diversificación, la descarbonización y la limpieza de la matriz energética actual y que por sobre todas las cosas, velara por la prevención de los impactos ambientales y sociales y consiguiéramos la equidad del suministro y pagos justos en el suministro para la población. Proyectando ante todo un rol más activo por parte del Estado y de los mismos ciudadanos, para la re-formulación de políticas energéticas adecuadas con proyección de futuro, que nos dieran sustentabilidad para lograr el tan anhelado crecimiento y que posteriormente permitiera un desarrollo al Chile del futuro, con una base operativa con altura de mira.
Desde siempre hemos carecido de un liderazgo por parte del Estado en el desarrollo de una matriz energética adecuada, que tenga una verdadera proyección y que además cuente con la capacidad de ser sustentable a largo plazo. En la actualidad no existe y lo poco que tenemos no tiene la capacidad de resguardar el interés publico en la toma de decisiones, por un modelo caro y contaminante , que genera un alto precio en la generación redundando en un precio final a los consumidores por un tarifario que está entre los más altos del mundo, que se sustenta en el supuesto del merito económico, en donde solo las empresas generadoras tienen acceso al mercado spot para comercializarlo bajo un costo marginal, haciéndonos dependientes energéticamente, utilizando materias primas primarias en la generación de la energía que necesitamos, que puso de manifiesto con el conocimiento de hoy que no teníamos una política estratégica de seguridad energética, que nos garantizara en el futuro la continuidad de las políticas de desarrollo.
El actual modelo energético si se le puede llamar así dentro de sus tantas falencias, libera a las empresas generadoras de la obligación de invertir para garantizar el suministro. Mantiene el sistema casi siempre al límite, por la eterna posibilidad de vivir el colapso por desastres naturales y de las posibles eventualidades meteorológicas adversas especialmente en el otoño e invierno. O ante la misma falla de los equipos que suministran y transportan la energía, generando con esto un elevado precio en los costos marginales en la generación, por usar tecnología anticuada y muy poco adecuada para las necesidades actuales. Con un riesgo permanente de crisis, que se traduce en altos costos de las tarifas para los usuarios y todo esto a vista y paciencia de los gobiernos de turno, que han permitido en la forma una elevada concentración de la propiedad en el sector eléctrico, sin la competencia real por el mercado, que se traduce que en la actualidad no contemos con una regulación adecuada y que además esta esté en manos de las propias empresas generadoras, lo que ha obstaculizado de sobre manera el ingreso de nuevas formas de energía y dificultado la diversificación de la matriz energética.
Uno de los mayores problemas en la actualidad es la forma en como se ha desarrollado el fundamento de los proyectos energéticos en Chile. Estos no han contado en sus evaluaciones con la variable social y de los verdaderos impactos en las comunidades que se pretende intervenir. No se ha sabido resguardar la seguridad del interés público, lo que ha permitido una matriz no solo vulnerable como muy sucia y carbonizada, lo que nos hace que en un futuro no tan lejano como parece, nos genere costos comerciales a nuestros productos que jaquearán nuestra economía y pondrán de manifiesto la carencia de una visión de Estado en materia energética por nuestra huella de carbono.
Esta forma de hacer ha sido el caldo de cultivo para el rechazo ciudadano, que al día de hoy es una ciudadanía mucho más contestadora e informada en el fundamento de las políticas de desarrollo, por un marco legal totalmente contrario al interés publico que aprieta a la ciudadanía, por ser este al día de hoy el modelo más privatizado del planeta. Esa misma falta de visión nos ha generado una falta de gestión en la demanda.
El gobierno actualmente insiste en decir que se necesita duplicar la potencia instalada al año 2020, con un discurso ambiguo que ya no es creíble. Cuando en verdad la demanda energética domiciliaria no es tal y es más, esta ha bajado en más de un 4 % y el gobierno insiste en crear la falsa sensación de una urgencia artificial, para conseguir la aprobación de proyectos que en verdad no son de una necesidad real y que están orientados básicamente para hacer negocios. Está comprobado científicamente que se puede reducir en hasta un 15 % el consumo del país si se usa eficientemente la energía. Ahorrándole al país por ese medio unos 15.000 GWH al año en nuevas centrales, con un ahorro importante que podrían ser usados en desarrollar proyectos de energias renovables.
Chile es uno de los países con mayor potencial en energias renovables del planeta, con una diversidad que es envidiada por otras naciones desarrolladas, de una realidad que aun no hemos tomado conciencia a nivel gubernamental, de lo que significa esa fortaleza y lo que debemos hacer para lograr esa reconversión cuanto antes. Necesitamos una planificación estratégica y un ordenamiento territorial adecuado para proyectos energéticos, que sea efectivo y que use la variable social, corrigiendo la concentración actual y la falta de una competencia en el mercado eléctrico, permitiendo una reforma en el formato como un todo de la forma de hacer las licitaciones, que nos permita la posibilidad de crear nuevos procedimientos para cubrir la energía de respaldo y sobre todo bajar el precio de la potencia y hacer una reforma del CDEC, que posibilitaría un despacho independiente y así poder reformular las regulaciones de las transmisiones, promoviendo sistemas distribuidos para permitir el ingreso de grandes volúmenes de energias renovables.
Si queremos ser sustentables en los procedimientos de este nuevo concepto del diseño de la matriz energética, debemos incorporar un marco regulatorio en la gestión de la demanda y crear a la vez mecanismos para desacoplar las utilidades de las ventas de la energía y garantizar el acceso de los ciudadanos a la información publica en los costos de operación, generación y de transmisión y que además se posibiliten los espacios de participación en los procesos tarifarios.