miércoles, 19 de septiembre de 2007

ENTREVISTA A YVO DE BOER

ENTREVISTA A YVO DE BOER

'Negar la realidad del cambio climático es como decir que la Tierra es plana'

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Actualizado martes 18/09/2007 15:29 (CET)
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PABLO JAUREGUI

MADRID.- El diplomático holandés que lidera la lucha contra el calentamiento global en la ONU ha visitado Madrid esta pasada semana para participar en la VIII Conferencia contra la Desertificación. De Boer considera que a la Humanidad le queda ya muy poco tiempo para afrontar con éxito uno de los mayores desafíos de la Historia.

El hombre que lleva las riendas de la lucha contra el cambio climático en la ONU es un diplomático holandés que habla con el acento y la elegancia del perfecto gentleman británico. La semana pasada, Yvo de Boer visitó Madrid para participar en la VIII Conferencia de las Partes (COP8) de la Convención contra la Desertificación, y encontró un hueco para dialogar con EL MUNDO sobre la amenaza del calentamiento global. A pesar de que De Boer se muestra enormemente preocupado por el poco tiempo que le queda a la Humanidad para afrontar con éxito este desafío, aún confía en que los políticos se tomarán en serio las advertencias de la ciencia antes de que sea demasiado tarde.

Pregunta.- Sir David King, el principal asesor científico del Gobierno británico, considera que el cambio climático es una amenaza global incluso más grave que el terrorismo. ¿Está de acuerdo?

Respuesta.- Si uno lee los tres informes que hemos recibido este año del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático, el consejo asesor de la ONU, compuesto por 2.500 científicos), la conclusión clara es que si no actuamos de forma eficaz contra este problema, vamos a padecer un impacto catastrófico en todo el planeta. Por lo tanto, me parece innegable que el cambio climático es una de las amenazas más graves a las que se enfrenta la Humanidad.

P.- ¿Estamos a tiempo de detenerla? ¿Cuánto tiempo nos queda?

R.- Creo que la ventana de oportunidad que tenemos es muy pequeña. En estos momentos contamos con el Protocolo de Kioto, que sólo va a lograr reducir las emisiones contaminantes en un 5% en los países industrializados. Pero los científicos nos están diciendo que necesitamos reducir estas emisiones a la mitad para 2050. El primer periodo de compromisos de Kioto expira en 2012, y teniendo en cuenta lo mucho que se tarda en negociar cualquier acuerdo internacional, para mí está claro que a finales de este año, en la conferencia que celebraremos en Bali, necesitamos iniciar las negociaciones para un nuevo acuerdo contra el calentamiento.

P.- Sin embargo, de vez en cuando aún se siguen escuchando voces escépticas, dentro de la propia comunidad científica, que niegan que el cambio climático esté provocado por la actividad humana, y defienden que todo esto se debe a ciclos naturales del clima.

R.- Bueno, siempre habrá escépticos, pero a estas alturas eso es comparable a las personas que siguen creyendo que la Tierra es plana. El hecho es que la base científica sobre la que debemos tomar decisiones es el trabajo de los expertos del IPCC, quienes revisan cada cuatro años toda la evidencia que existe sobre esta cuestión, llevada a cabo por miles de investigadores. Y el consenso actual que han establecido estos científicos, aceptado por los gobiernos de todo el mundo, es que los seres humanos estamos provocando el cambio climático.

P.- Si aceptamos esta evidencia científica, ¿cuál es la mejor estrategia para combatir el problema?

R.- Lo fundamental es lograr un nuevo acuerdo internacional que construya sobre lo que conseguimos con el Protocolo de Kioto. Este acuerdo tiene que combinar tres elementos cruciales: en primer lugar, los países industrializados deben seguir liderando el proceso, mediante la reducción de emisiones contaminantes, establecidas por un acuerdo vinculante; en segundo lugar, tenemos que convencer a los grandes países emergentes, como China, La India y Brasil, a que también limiten sus emisiones, mediante incentivos que fomenten este compromiso; y en tercer lugar, tenemos que ayudar a los países en vías de desarrollo a que se adapten a las inevitables consecuencias del cambio climático. Estos son los tres pilares necesarios para un acuerdo eficaz.

P.- Sin embargo, el Gobierno estadounidense sigue negándose a aceptar un acuerdo que le obligue a reducir sus emisiones.

R.- Bueno, muchos estados de EEUU y también el Gobierno federal ya están desarrollando programas para reducir sus emisiones. El problema es que la Administración actual rechaza cualquier tratado internacional vinculante que establezca compromisos obligatorios en este terreno.

P.- Algunos científicos estadounidenses han llegado a acusar a su Gobierno de presionarles para no divulgar informes que demostraban la realidad del cambio climático. ¿No le parece escandaloso?

R.- No sé si es esto es verdad, pero lo que sí me parece evidente es que hace unos años, el presidente Bush era mucho más escéptico sobre el cambio climático que en la actualidad. En su último discurso sobre el Estado de la Unión, manifestó con claridad que el cambio climático es un problema mundial que requiere soluciones globales, así que su propia posición ha cambiado.

P.- ¿No le parece que existe un alarmante contraste entre las alertas de los científicos y la constante incapacidad de los gobiernos para ponerse de acuerdo?

R.- Creo que podremos superar esta situación en diciembre, cuando tenga lugar la conferencia de Bali. Este año hemos tenido tres informes del IPCC: el primero decía claramente que la actividad humana está provocando el cambio climático, el segundo nos mostraba el grave impacto que puede tener este fenómeno y el tercero aseguraba que ya contamos con las tecnologías para afrontarlo. Espero que en diciembre, los ministros adopten una respuesta política a este mensaje científico. El objetivo final tiene que ser un acuerdo que establezca una reducción del 50% de las emisiones contaminantes para la mitad de este siglo.

P.- ¿Y si las negociaciones vuelven a fracasar?

R.- Pues entonces no le quepa la menor duda de que vamos a tener problemas muy serios.

Saludos
Rodrigo González Fernández
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Es que ya hemos pasado por aquí, oiga

En los 70 temíamos a la edad del hielo; hoy, al calentamiento global. ¿En qué quedamos?


En los años setenta, una de las mayores preocupaciones de los científicos de todo el mundo era el enfriamiento de la Tierra. Nos amenazaba una nueva glaciación y ya existían ciertos signos preocupantes. Algunos buques que partían del puerto de Murmansk, al norte de la Unión Soviética, se habían quedado por primera vez varados en los hielos porque se había formado una inmensa costra blanca que no se derretía ni en el verano. Aquello era imparable. Nos íbamos a quedar todos como pajaritos. Pero ahora resulta que nos vamos a achicharrar. ¿En qué quedamos?
Carlos Salas Tamaño de la letra
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CARLOS SALAS
 
El ensayista Robert Ardrey afirmaba en un magnífico best seller científico (La evolución del hombre: la hipótesis del cazador, Alianza), que el homo sapiens había superado la última glaciación en el año 10.000-12.000 antes de Cristo, y dado que estas heladas de vértigo se producían cada 10.000 años (o sea que íbamos con un pequeño retraso), la próxima congelación estaba a la vuelta de la esquina.
 
Todas las catástrofes son iguales
 
Cualquier persona que tenga 50 años se acordará perfectamente de ese temor al Gran Frío y de esos libros que helaban la sangre. Los astrofísicos sostenían y siguen sosteniendo que el universo tiende al enfriamiento, que es algo ineluctable, y hasta se puede deducir ese futuro de las mismas leyes de la termodinámica. Como saben, el calor pasa de un cuerpo caliente a otro frío hasta que el sistema se equilibra. A eso se le llama entropía y, dado que el universo se expande y la energía no se crea ni se destruye, pues tendrá que repartirse el calor entre más espacio, con lo cual vamos a quedarnos como pajaritos. Fríos, fríos.
 
Cuenta el economista y ensayista americano John Naisbitt en su último libro (Mindset, algo así como Marco Mental), que cuando él era niño y corría por los campos de Utah en los años treinta y cuarenta, se hablaba de "la llegada de la Edad del Hielo". En los setenta relata que todavía continuaba muy fresca la manía de anunciar la Edad de Hielo. El premio Pulitzer norteamericano George Will escribía entonces: "Algunos climatólogos creen que la temperatura media en el hemisferio Norte puede caer dos o tres grados al final de siglo. Si ese cambio de clima sucede, habrá megamuertes y levantamientos sociales debido a que decaerá la producción de grano en las latitudes nórdicas". Incluso hubo un best seller en Estados Unidos titulado El enfriamiento: ¿ha empezado la edad del Hielo? ¿Sobreviviremos?, que decía exactamente lo mismo que hoy se dice con el calentamiento global, es decir, que si no tomábamos conciencia de lo que sobrevenía, íbamos a hipotecar el futuro de nuestros hijos.
 
Los editores de las revistas serias como New Scientist avisaban seriamente de que la amenaza de la Edad del Hielo era comparable a la Guerra Nuclear, y que pronto nos encontraríamos con miseria y muerte a escala global.
 
Muchos hemos visto esa película de Al Gore que, como los fantasmas de Marx, está recorriendo el mundo (Una verdad incómoda). Como nos gusta que nos cuenten una buena historia, y los americanos son los grandes maestros en este arte, todos nos quedamos sobrecogidos y consternados. O cuidamos el planeta y echamos menos porquería contaminante, o nos vamos a quedar como pajaritos, pero esta vez fritos, no congelados.
 
Todo ese catastrofismo está moviendo colosales sumas de dinero. Las empresas invierten mucho caudal en ser más ecológicas y producir menos basura, y de paso dicen al mundo: "Eh, mirad, soy una empresa limpia, así que comprad mis productos". Bueno, se les puede permitir ese eslogan porque el negocio es el negocio, y encima cuidan el planeta.
 
Pero la verdad es que hay mucho de tendencia fashion en esa postura, porque, como decía el otro día un reportaje de The New York Times, todo el mundo se apunta a la moda, y hasta las empresas más raras ponen un marchamo verde y dicen que son "sostenibles" para vender más.
 
Ya hemos pasado por aquí
 
Estas modas producen cierta sonrisa benevolente y recuerdan a otras como la de la sobrepoblación. En los años setenta, se hablaba de que pronto no cabríamos en el planeta y que el mundo estaba rebosando de seres humanos, depredadores, claro. Había gente bastante chistosa que escribía lo siguiente en los periódicos, recordando la superpoblación en los campos de secano de Castilla. "¡Que preocupación: no cabemos en este mundo", y los lectores ponían cara de tontos y reflexionaban sobre el desierto castellano sin árboles, ni casas, ni nada de nada.
 
Ahora en cambio, se habla de lo contrario. La portada de The Economist del pasado agosto titulada "Cómo afrontar el declive de la población". Para tragar saliva.
 
De todos modos, el catastrofismo climático tiene dos consecuencias positivas. La primera es que anima a empresas y ciudadanos a ser menos contaminantes, a tirar menos basura, a ahorrar energía, a producir coches más ecológicos, aunque sea una exageración. Y la segunda consecuencia es que nos ayuda a los periodistas a atraer la atención de los lectores y vender más, porque la gente quiere estar perennemente informada sobre los desastres que se avecinan, aunque no se avecinen.
 
Nadie sabe a qué atenerse. Cuando se habla con la gente de campo, unos dicen que los veranos de antes, hace unos treinta años, eran más secos y calurosos, y que los de ahora son más frescos y lluviosos. La piscina municipal del pueblo a veces está vacía por culpa del frío. ¿En qué quedamos, pues?
 
Ustedes se dirán: "¿No pensará acabar el artículo este tipo sin decirnos qué debemos comprar, si anoraks para la Edad de Hielo, o bañadores y piña colada, para el Gran Calor?".
 
La verdad, no lo sabemos. Ustedes sigan leyendo elmanifiesto.com, que les mantendremos puntualmente informados del primer desastre que se presente.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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argentina: Claves para una agricultura sustentable

Claves para una agricultura sustentable

   

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La Agricultura Argentina posee algunos problemas de sustentabilidad que pueden y deben ser corregidos, por ejemplo, un régimen de uso de la tierra donde mas del 50% de la producción lo hacen productores que no son dueños de la tierra, un sistema de alquiler de la tierra sin exigencias de conservación del recurso suelo y de corta duración (1 año)

Falta de inversiones estratégicas del estado que generen paralelamente inversiones privadas, estratégicas direccionadas hacia el asociativismo para que los pequeños y medianos productores puedan aprovechar los beneficios de la agricultura energética, por ejemplo.

También se deben aplicar políticas dirigidas al nacimiento, crecimiento y elevación de la competitividad de las Pymes radicadas en el interior del país.

La diversificación y complementariedad de sistemas productivos pueden garantizar el desarrollo territorial con inclusión social, y dentro de ello las Pymes de Maquinaria Agrícola y Agrocomponentes de alta complejidad constituyen alternativas de alta potencialidad de generar riquezas en el interior del país con una alta posibilidad de inclusión social.

Argentina es uno de los países de Latinoamérica mejor preparados actualmente para crecer en el desarrollo de una industria metalmecánica integral dedicada a producir y agregar valor a los alimentos, posee recursos humanos capacitados para generar innovaciones estratégicas, posee técnicos competitivos en electrónica, electrohidráulica, informática, robótica, telecomunicaciones, ingeniería mecánica, lo cual constituye un capital intelectual muy valioso para emprender el crecimiento con desarrollo sustentable que se pretende hacer en Argentina.

Los estudios prospectivos indican que Argentina en los próximos 8 años puede crecer en la producción de commodities un 31% (producción de granos de 93 a 122 mil toneladas) con solo 19% de crecimiento del área (de 31 a 37 millones de hectáreas), paralelamente incrementar el mercado interno de maquinaria agrícola de 950 M/U$S a 1.300 M/U$S.

Las Pymes de maquinaria agrícola y agrocomponentes de origen nacional pueden crecer de una facturación dentro del mercado interno hoy de 460 M/U$S a 950 M/U$S en el 2015 e incrementar la exportación hoy de 160 M/U$S a una exportación de 350 M/U$S, este crecimiento potencial de la Metalmecánica dedicada a la producción e industrialización de los alimentos posee una fundamentación estratégica dado que ello garantiza el desarrollo de territorio con inclusión social y distribución de las riquezas dado que el sector está basado en 670 Pymes donde mas del 90 % se encuentran radicadas en pequeñas poblaciones del interior del país otorgando trabajo directo a mas de 44.000 familias y otro tanto de manera indirecta.

Congresos como el CADIR 2007 constituyen herramientas fundamentales para consolidar equipos, ideas y acciones futuras que contribuyan a la formación de Red y al cambio evolutivo que permita aprovechar todas las oportunidades globales que ofrece la agricultura y la industria integral de alimentos y agroenergía (biocombustible, bioproductos) en la próxima década.

Argentina tiene un buen futuro en el marco de los nuevos escenarios globales, el éxito depende de todos los argentinos.

Para transformar esta oportunidad en generación de trabajo y riqueza con distribución y equidad social conservando el ambiente productivo, será necesario la intervención de muchas mentes brillantes, bien intencionadas, capaces de innovar estratégicamente hacia la cultura del trabajo con valor agregado, repocisionando valores como la necesidad de invertir tiempo y recursos económicos con audacia, con patriotismo, con creatividad, priorizando siempre el conocimiento y la educación como pilares fundamentales del crecimiento con desarrollo sustentable.

Dentro del concepto de crecimiento con desarrollo sustentable del país, la industria de la Maquinaria Agrícola y Agrocomponentes de Argentina debe tener presente que el mercado futuro es el mundo y que globalmente la demanda exigirá que la Maquinaria Agrícola del futuro sea mas precisa, mas eficiente, mas automatizada, mas sensorizada y autorregulable con mayor incorporación de inteligencia electrónica y desarrollo de comunicación y transmisión de datos en tiempo real.

La Maquinaria Agrícola del futuro será más segura y ergonómica para el operador, menos contaminante, mas conservacionista de los recursos naturales, con mayores prestaciones de trazabilidad de sus operaciones y con mejor tratamiento de la producción para preservar la calidad de los alimentos.

La Maquinaria Agrícola del futuro estará construida con materiales mas livianos y en muchos casos biomateriales (biodegradables), utilizando como energía biocombustibles puros o en mezclas.

El desarrollo de la mecanización estará orientado hacia una agricultura con crecimiento de la productividad, con sustentabilidad del ambiente productivo, preservando la salud y la seguridad de los operadores de las maquinarias agrícolas.

Quienes no comprendan la demanda global, pueden perder competitividad en el corto plazo.

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Argentina: debate sobre la ley de biocombustibles en

Argentina: debate sobre la ley de biocombustibles en

el país

Gastón Campopiano, especialista en el marco legal y jurídico de biocombustibles,

aseguró en una charla debate reciente que "La Ley de Biocombustibles (26.093) y

su decreto reglamentario son las oscuridades más grandes que hay para el éxito de

este programa en la Argentina".

Campopiano disertó en la sede del Consejo Profesional de la Ingeniería de Tucumán

(Copit), junto a José Russo, representante de esta institución, y a Jorge González,

profesor e investigador de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la

Universidad Nacional de Tucumán (UNT).

"Lo poco que se produce de biodiesel o de bioetanol en la Argentina se exporta, a

Alemania, a Estados Unidos, a Brasil o al sudeste asiático", recalcó Campopiano.

Opinó que se desconoce qué pasará a partir de enero de 2010, cuando entre en

vigencia la obligatoriedad de comercializar biocombustibles en el país. "No se sabe si

se llegará al corte de un combustible nacional, o si se hará un corte de

biocombustible importado. El éxito dependerá de las políticas económicas que el

Estado les augure a estos inversores. Supongamos que no se llegue a cubrir el corte

del 5%. Entonces, ¿que pasará con las empresas que exportan?", se preguntó.

También Dejó en claro que el sector privado "es absolutamente pesimista" sobre el

desarrollo de los biocombustibles. "Hoy los proyectos que se han encarado son todos

de exportación, porque el sector no tiene regulación. En los dos años y medio que

quedan hasta que entre a regir la ley las empresas deberán acomodarse y el Estado

establecer los incentivos para la producción en escala de biocombustibles", apuntó.

Por su parte, González advirtió que se deberá tener especial cuidado sobre los

límites hasta dónde se puede expandir la frontera agrícola para producir materias

primas de los biocombustibles. "En este punto es cuando empiezan todos los

problemas ambientales. Por ejemplo, desplazamiento de las comunidades rurales,

empobrecimiento de los suelos, deforestación, pérdida de biodiversidad y cambios

climáticos zonales", resaltó.

Russo opinó que la producción de biocombustibles será viable, en tanto se la

adopte como política de Estado e implique el cuidado de la biodiversidad. "La

posición de que la producción de energía irá en contra de los alimentos se podrá

contrarrestar en la medida de que en que se mejore la cantidad de kilos por

hectárea de cualquier cultivo", indicó. "En la Argentina no se debería desforestar,

sino aprovechar los desiertos, en los que se pueden producir cultivos, como la colza,

la jatropa o el ricino", concluyó.

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