Mieres / Langreo, L. M. D.
El presidente de Estados Unidos (EE UU), Barack Obama, prefiere mantener la estructura actual de su industria del carbón que aceptar un límite de emisiones de CO2 a su país en la próxima cumbre sobre el clima que se celebrará en la capital de Dinamarca, Copenhague. Varios estados federales (27 de los 50 siguen teniendo minas) han presionado al presidente norteamericano para que tomase esta decisión. En España, el Gobierno de Zapatero también se ha sometido al mismo dilema. Respaldo al consumo de carbón o recorte de emisiones. Aquí el Gobierno apuesta por ambas, incentivos al mineral y reducción de CO2, una postura calificada de «incongruente» por los ecologistas.
La producción anual de carbón en EE UU ronda los 1.000 millones de toneladas, 100 veces más que las cantidades que se extraen en España. El peso de la industria minera en la principal economía del mundo es también muy superior. En estados como Virginia Occidental es su principal motor económico (5,7% del producto interior bruto). En otros , como Ohio, Kansas, Virginia o Carolina del Norte y del Sur, es uno de sus mayores nichos de empleo, entre minas y centrales eléctricas alimentadas con carbón.
Medios de comunicación, grupos ecologistas e incluso algunos sectores económicos norteamericanos han venido llevando a cabo en los últimos años una dura campaña contra su industria carbonera, a la que se responsabiliza de gran parte de las emisiones contaminantes. A lo largo de 2008, aún con George Bush en la Casa Blanca, se rechazaron las licencias de instalación de más de un centenar de nuevas centrales térmicas. Sin embargo, el denominado «lobby» carbonero de EE UU ha logrado mantener su influencia. No en vano, la quema de carbón supone la mitad de la producción eléctrica del país (en España es el 16%, la mayor parte con mineral de importación) y en algunos estados, como Virginia Occidental, es el 98%.
Ante la posible pérdida de influencia política en buena parte de sus estados federales -en noviembre de 2010 se celebrarán elecciones legislativas en las que se elegirán a 469 de los 535 miembros del Congreso- Barack Obama ha acabado por optar por el carbón antes que por la reducción de emisiones. El presidente de EE UU ya ha declarado que será prácticamente imposible alcanzar ningún acuerdo efectivo para reducir la contaminación por CO2 en la próxima cumbre de Copenhague, que comienza el 7 de diciembre. El futuro, a corto plazo, no parece que vaya a modificar mucho estas posiciones. El gobernador de Virginia Occidental, el demócrata -como Obama- Joe Manchin asegura que «el carbón es y será parte de la ecuación energética de EE UU». Para tratar de compatibilizar carbón y reducción de emisiones, los Estados Unidos han comenzado a invertir cientos de millones para investigar y aplicar tecnologías de captura y almacenamiento de CO2. La primera de las centrales térmicas en las que se aplica esta práctica está en Mountaineer (Virginia Occidental).
En España, el PSOE apuesta por constituir nuevas ayudas al carbón pese a la rebaja de emisiones que se quiere comprometer. El PP, ya ha afirmado que si estos incentivos repercuten en la tarifa eléctrica los rechazarán. Sobre esta postura opinó ayer el presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, que acusó al PP de «despreciar lo que significa el carbón para territorios muy sensibles de Asturias y León, un discurso que contradice todo lo han dicho anteriormente».