lunes, 31 de agosto de 2009

Un Sarmiento poco conocido: el protector del árbol"/Por Claudio García

"Un Sarmiento poco conocido: el protector del árbol"/Por Claudio García
 

29/08/09 | (APP) Suecia fue el primer país del mundo en instituir el Día del árbol en 1840. En 1870 hizo lo propio Estados Unidos y a partir de allí otros países del mundo. En Argentina, Domingo Fautisno Sarmiento fue el principal impulsor de la actividad forestal, especialmente durante su presidencia de 1868 a 1874. La prédica de Sarmiento fue la que permitió que a partir de 1901 se celebrara también en nuestro país, cada 29 de agosto, el Día del Árbol, por iniciativa del Dr. Estanislao Zeballo que fue tomada por el Consejo Nacional de Educación.

 

En otras oportunidades he destacado la figura del sanjuanino más allá que, como todo gran hombre, tuvo sus contradicciones, errores y algunas que otras acciones y dichos repudiables. Pero considero que fue quien en el siglo XIX pensó con más acierto al país y estoy seguro que la Argentina sería distinta si se hubieran llevado adelante con plenitud las políticas en las que hizo hincapié para desarrollarnos. Expuso claramente dos ejes certeros en este sentido: la educación y la mejor distribución de la tierra. Y hay otro aspecto poco mencionado sobre el programa de Sarmiento para un mejor país que actualmente tiene mucha actualidad: la protección del árbol y la necesidad de hacerlo surgir "donde la naturaleza no lo puso".

Cuando hoy nos asustamos del avance de los procesos de desertificación, la pérdida de bosques, los cambios climáticos producto del avance sin freno de la agricultura sobre el monte natural, pocos saben que sobre esto mismo alertó Sarmiento hace más de cien años.

Escribió el sanjuanino: "La república Argentina en general es un país seco, más seco que la generalidad de los otros países. La agricultura prospera, pero… Los ferrocarriles van agotando los blosques clareados de su trayecto y como fueron las maderas duras, algarrobos, quebrachos, lapachos, etc., no es fácil reemplazarlos ni hacerlos revivir, aún cortándolos en estaciones propicias. El clima pues, tendrá a hacerse más seco y la tierra a esterilizarse… Los ferrocarrilles harán el desierto…".

Hoy nos lamentamos de la cruda realidad de la desaparición de grandes extensiones de bosques y monte natural en Santiago del Estero, Chaco, San Luis, Santa Fé, Salta, entre otras provincias, pero ya en 1878 Sarmiento escribía sobre el panorama desolador que en este sentido vio en un viaje entre Córdoba y Tucumán: "..es la negación de una futura república".

Por eso fue un gran impulsor de la actividad forestal y consideró "indispensable" el complemento de la arboricultura a las tareas agropecuarias. "¡Planten árboles! fue su consigna. Y escribió en este sentido: "La pampa, como la República, es tabla rasa: hay que escribir sobre ella árboles". Por eso fue el introductor del eucalipto. "El eucalipto será el marido de la pampa", dijo. En 1858 desde las remotas tierras australianas trajo las primeras semillas y las distribuyó entre los estancieros y propietarios de campo. En el Museo Histórico Sarmiento de Buenos Aires, se conserva un acta, de fecha 17 de octubre de 1858, donde se deja constancia que "…el jardinero de la estancia San Juan, de la familia Pereyra Iraola, ha recibido semillas de eucalipto, entregadas por D. F. Sarmiento…". En sólo 30 años los eucaliptos no sólo fueron visibles en muchos campos bonaerenses sino en gran parte de las provincias argentinas. Tal como había previsto Sarmiento, ese árbol "era capaz de arraigar a fondo y alzar en poco tiempo su gran estatura".

Sarmiento sabía que la ausencia de bosques, la escacez de árboles, hace espaciar largamente las lluvias, provocando sequías desastrosas para las tierras de labranza y pastoreo de animales. Escribió el sanjuanino: "Buenos Aires experimenta de vez en cuanto secas espantosas que cancelan la cuenta del ganado… Esas calamidades serían atenuadas si la superficie del suelo estuviera en parte a cubierto de los rayos del sol, si el sudoeste o el pampero o pudiesen arrastrar consigo las emanaciones húmedas; si, en fin, los vapores encontraran obstáculos para condensarse y convertirse en nubes, función que desempeñan las montañas y los bosques".

Como escribió Luis Franco en su libro "Sarmiento, entre dos fuegos" el expresidente argentino "insistió en su cruzada de redención por el árbol hasta el aburrimiento" y en ese marco fundó las quintas experimentales de Mendoza y San Juan, se empeñó en que las provincias intercambiaran semillas de las plantas típicas de cada región, puso en marcha los principales arbolados y parques de la actual Ciudad de Buenos Aires y en sus últijos años se dedicó especialmente a dar plenitud al bosque de La Plata que había iniciado con eucaliptos. Algo que también se desconoce es que introdujo el mimbre en nuestro país y fue quien plantó las primeras estacas en el Delta.

EDUCACIÓN Y MEJOR DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA

Reivindicado Sarmiento como defensor del árbol, recordejos brevemente dos puntos centrales de su ideario: la educación y la mejor distribución de la tierra.

"Educación y nada más que educación; pero no meando a poquitos como quisieran, sino acometiendo la empresa de un golpe y poniendo medios en proporción del mal",e scribió. Y repudiando la consolidación del latifundio, que era la columna vertebral de la oligarquía terrateniente, señaló: "El error fatal de la colonización española en la América del Sur, la llaga profunda que ha condenado a las generaciones actuales a la movilidad y al atraso, viene de la manera de distribuir la tierra". Para Sarmiento una mejor distribución de la tierra, era "la revolución que nos hará norteamericanos". Muchos equivocadamente identifican la consolidación del proyecto de la Generación del '80 con la doctrina sarmientina, cuando fue más que evidente el divorcio que tuvo en sus últijos años con la oligarquía. "La oligarquía con olor a bosta de vaca gobierna el país", se burlaba. Su divorcio con la burguesía hegemónica en el país fue claro además en su campaña contra el endeudamiento extranjero. Las críticas y burlas a Juárez Celman y Roca quedaron claramente resumidas con aquello de: "Silencio, que al mundo asoma, la gran deudora del Sud". No es casual que junto con la ruptura con la oligarquía, reconsiderara su actitud despreciativa hacia las masas criollas, infelizmente expresada en aquella frase de "no ahorre sangre de gauchos". Por eso, en carta a Posse, expresa cosas como: "El partido liberal de Santa Fe inspirado por demagogos ha estado a punto de hacerse mutilar; pero queda bajo el rencor de la plebe gaucha, a quienes provocan con el desprecio de casta. Esto se repite en San Juan y donde quiera que el liberalismo y decencia sean sinónijos de gente docta, blanca, propietaria. El paisano es pícaro, matador, montonero, etc., pero ignorante y pobre. Los otros tienen la tierra y el colegio, el paisano su destitución y su facón". Lo importante es que a las personas se las juzga por los hechos, no por los dichos, y Sarmiento, impulsor de la educación pública en Chile y la Argentina, declarado "Maestro de América". por el Congreso Americano de Ministros de Instrucción Pública que se reunió en Panamá en 1943, hizo mucho más por las masas criollas que, por ejemplo, Rosas, quien "fue un agauchado por escuetas ventajas demagógicas", como señaló Luis Franco. (APP)

 
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Fuente:appnoticias
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Saludos
Rodrigo González Fernández
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