miércoles, 6 de noviembre de 2013

La Responsabilidad Social: del dicho al hecho

En los últimos tiempos, luego de casi 10 años involucrada en el mundo de la Responsabilidad Social, he visto dos hechos que me han llamado la atención y hacen a este post: por un lado, el cuestionamiento a las empresas por sus prácticas, fundamentalmente en lo que hace a la ética y la transparencia; y por el otro, la aparición de nuevas tendencias en la materia, como la Creación de Valor Compartido, que desde mi punto de vista, es una reformulación de los mismos conceptos para, al fin y al cabo, ante el desconocimiento aún imperante de muchos, acercar la forma de hacer negocio al desarrollo sostenible.

A pesar de los 10 años mencionados y de la evolución de la concepción filantrópica o asistencialista a la de una forma de gestión que implique valor y desarrollo económico, social y ambiental, creo que aún la Responsabilidad Social está en pañales, en especial en regiones como Latinoamérica o países subdesarrollados. Y gran parte de esto surge por la desconfianza en las organizaciones, entre su decir y su accionar.

Luego de las grandes crisis económicas y sociales que se han vivido en estos años, la ética y la transparencia en las prácticas de las instituciones y en lo que éstas comunican, se vuelve obligatoria -más allá de las iniciativas en este sentido-, tanto en el ámbito privado, como en el público y en el individual (que no es menor).

El modelo de liderazgo ha cambiado, las exigencias de la opinión pública hacia las empresas son cada vez más fuertes, la reputación pende de un hilo, y se descree incluso de las organizaciones que promueven el modelo de gestión sostenible.

Lejos de ver el vaso medio vacío, creo que estamos ante una gran oportunidad, especialmente por parte de quienes nos dedicamos a esta temática: tenemos un gran desafío por delante, el desafío de ser verdaderos representantes y ejemplos de aquello que impulsamos. El desafío de ser confiables y de ser reflejo de aquello que propiciamos.

¿Sirve hablar de conciliación, si vivimos víctimas del stress sin atender las diferentes dimensiones de nuestra vida; sirve armar rankings o comités en pos del Trabajo Decente y los Derechos Humanos, si no se vigila la propia cadena de valor y la situación de las personas que conforman la organización? ¿Se busca más el impacto de la comunicación, que el verdadero desarrollo de aquellos que son los beneficiarios de las acciones con la comunidad; se mide realmente cómo su vida es afectada?

Según su definición Responsabilidad implica -palabras más, palabras menos- hacerse cargo: hacerse cargo de los impactos, de las acciones, de lo que proclamamos y de lo que enunciamos. Hoy más que nunca debemos trasladar a los hechos esa responsabilidad y el desafío está en cada uno de nosotros.

 

Por Lorena Brignardello, Coordinadora Regional de Comunicación de CapacitaRSE, y Docente y Consultora Asociada en temas de Relación con colaboradores, Conciliación, Voluntariado, Relaciones con la comunidad e Inversión social privada.





















































































Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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